2008-01-26

¿El fin del capitalismo financiero?




Quizá uno de los logros más fantásticos del capitalismo haya sido la eliminación del dinero, que era la base de su filosofía. Al igual que la expansión de la vieja religión judaica eliminó a Dios para sustituirlo por Jesucristo, su parentela y sus seguidores, así el capitalismo ha conseguido eliminar el dinero para sustituirlo por una imagen quimérica de él.
Las grandes instituciones financieras se juegan cada día cifras fantásticas en derivados financieros, hedge-funds, warrants, futuros, hipotecas subprime, etc. Así , por ejemplo, alguien compra la cosecha de trigo del año siguiente a un precio fijo, y ya está. Pero claro, puede ocurrir que para entonces caiga un pedrisco del copón sobre todo el estado, o una plaga de langostas voraces. Para cubrir estos riesgos aparece en escena otra plaga, la de los tomadores de préstamos, brokers, prestamistas, banqueros e inversores de oportunidad.

Marx y sus sucesores creían, siguiendo la tradición filosófica hegeliana, que el capitalismo, como otras creaciones humanas perecería pronto ahogado por sus propias contradicciones. De no ser así, se imponían criterios economicistas que le auguraban el mismo fin debido al descenso imparable de la tasa de beneficio, motor de ese sistema económico.
Pero no, el capitalismo, resistente a esos pronósticos formales, parece tener su vulnerabilidad en elementos
más simples .

Héteme que en el emporio capitalista norteamericano, los granjeros del Medio Oeste y otros urbanitas deciden, váya usted a saber por qué, comprar una casa por encima de sus posibilidades y, ya puestos a pedir, sacan de los bancos un dinero extra para gastarlo en bienes más fungibles. ¿Por qué se lo dan los banqueros sin preguntar demasiado? Chi lo sa?, quizá en el caso de los granjeros piensan que la próxima cosecha de grano en vez de convertirse en palomitas de maíz puede ir etanolizada a los surtidores de las gasolineras.

El hecho es que con los tipos de interés ajustados al alza y con penalizaciones importantes por las cancelaciones, la gente empieza a no poder pagar. Para disminuir riegos, los prestadores venden sus derechos de deuda a la baja, creando así una pirámide inversa, en cuyos últimos escalones los títulos son sólo papel reciclable.

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En la vieja Europa el caos financiero es más balzaciano. En la Francia del ilustre banquero y barón, James Rothschild, y en su tercer banco más importante, Société Générale, fundado en el Segundo Imperio, aparece un agujero financiero cuyo monto roza la filosofía: 4.900 millones euros, casi un billón (10 elevado a doce) de las antiguas pesetas. Es casi como si cada habitante de la Tierra les hubiera entregado un euro.

No es un asalto a lo "marioconde", no se trata de que el presidente abriera con su llave la caja fuerte y la vaciara en un capitoné. Aparentemente, el protagonista ha sido un empleadillo que, hasta hace poco, trabajaba de contable en la back-office, el oscuro negociado donde se trata de balancear las operaciones del día punteando cheques y anotando las cantidades en una sumadora Adler de manivela.
Parece ser que este joven –sólo tiene 31 años- compraba esos futuros etéreos y simulaba que también los vendía, con lo cual todo quedaba a la par. El presidente, Daniel Bouton, comenta, con cierto alivio, que el joven empleado manejaba cifras doce veces superiores a las pérdidas sufridas, más o menos los fondos propios del banco.

Una vez más, parece que la naturaleza imita e incluso supera al arte, y que ni Spielberg ni Norman Jewison hubieran ido tan lejos en sus guiones para no incurrir en lo inverosímil. En cualquier caso, el nombre del joven Jérome Kerviel quedará grabado en la Historia General de las Grandes Estafas.

El asunto está plagado de grandes incógnitas; la primera, que todos aseguran que Kerviel no ha actuado con afán de lucro; la segunda, y más importante para la confianza en el sistema financiero mundial, es la de cómo es posible que alguien actúe de esa forma durante doce meses sin que nadie eche de menos tamaño dineral.

Pero la principal pregunta de este blogger es ¿adónde ha ido a parar la pasta? Todos sabemos que el dinero no desaparece como si fuera un concepto. Si Kérviel no se ha quedado ni un euro, habrá ido a parar a otros sitios, ¿o no?

Alguien dijo que es tan inmoral crear un banco como atracarlo, máxima que ha hecho que hierva la web de romanticismo a lo Arsène Lupin. No obstante, hasta que se aclare el asunto, creemos que podría ser una tapadera para ocultar el dinero perdido en lo de las hipotecas subprime. Las pérdidas por ese concepto, tanto en el Citygroup como en la banca suiza, alcanzan más o menos el monto del agujero de la Société Générale.

JGM

Arriba: Dibujo de "La burbuja inmobiliaria"
En medio:Foto de Jérome Kérviel

2008-01-22

Apostatar aposta


Hace pocos días, harto del acoso político-social de ese rosario de obispos ultramontanos, decidí pedirles que me sacaran de su rebaño, en el que el nacional-catolicismo imperante en aquella época había obligado a mis padres a agregarme. Envíe, para ello, sendas cartas a la parroquia en que me bautizaron y al obispado correspondiente.
La parroquia no ha dicho ni pío aún. El obispado me contesto a vuelta de correo. He aquí lo que me dicen:

(Párrafo 2) “Como sabrá, el bautismo es indeleble; los libros de bautismo no son ficheros ni bases de datos, sino un registro que da fe de un hecho histórico”.

A continuación y tras un “bla,bla” melifluo, me añaden en negritas:

“No tenemos informatizados los libros parroquiales, ni hay fichero de datos sobre partidas de bautismo, por lo cual le comunico que no podemos localizar su Partida de Bautismo (el subrayado es mío), razón por la que es imprescindible que usted nos envíe Certificado original de su Partida de Bautismo e indique integramente los datos referentes a su bautismo, que constan en la “Declaración de Apostasía” adjunta. Sin estos datos no podremos dar curso a su solicitud y nos veríamos obligados a archivar su Expediente.”

Y continúan, ya sin negritas:

“Puedo asegurarle que si optara definitivamente por el abandono de la Iglesia, procederemos a la debida anotación de su decisión en la Partida de bautismo, así como a la cancelación de cualquier tipo de listado, fichero o base de datos en el Iglesia.
Sentimos su decisión, y lo encomendamos al Señor para que lo ilumine y lo guíe por el recto camino”.

A la vista de lo que dicen, deduzco:

1) Que utilizan el término “indeleble”de forma ambigua: En su acepción canónica, significa la irreversibilidad de los sacramentos, y en lenguaje común quiere decir que un escrito es materialmente imborrable. Yo no pretendo que usen un borratintas sobre mi nombre, sino simplemente que lo tachen de manera que sea irreconocible, algo así como sucede con los antecedentes penales prescritos.

2) Una clara contradicción entre el párrafo 2 y el final de la carta. Al principio dicen que
“los libros de bautismo no son ficheros ni bases de datos,...”, pero al final hablan de la “cancelación de cualquier tipo de listado, fichero o base de datos en el Iglesia”.

3) Me piden una partida de Bautismo como si en vez de estar en sus archivos tuviera que buscarla en la Jefatura de Tráfico. Supongo que para sacarme los últimos cuartos.

El párrafo final no tiene desperdicio, me encomiendan al Señor, -¿a qué señor?-, para me guíe por el recto camino (cursivas mías). Acaso no recuerdan estos buenos señores que la soberbia es el primero en la prelación de pecados capitales, ¿por qué el uso del artículo determinado en el “recto camino”? ¿acaso el único camino recto es el suyo?

(Continuará)

JGM

El cuadro de Goya "San Francisco de Borja asiste a un moribundo impenitente" se encuentra en la Catedral de Valencia.