2010-04-15

¡A por Garzón!


¡Bueno, bueno, bueno!

Suponemos que ni en sus más hollywoodianas fantasías imaginó Garzón el papel estelar que iba a alcanzar al remover los huesos republicanos. Ni siquiera cuando enchiqueró a Pinochet corrió tanto la tinta a su favor en los principales rotativos del mundo. Sólo que en esta ocasión Garzón no aparece como el justiciero Roy Bean sino como la víctima de un siniestro complot.

Almodóvar se encierra por Garzón y la señora Robles se pone al borde de un ataque de nervios. La Complutense, con su rector a la cabeza, llena sus salones de actos como cuando vino a cantar Raimon; hasta el exfiscal Villarejo lanza una soflama que cabría en las películas de Costa Gavras.

Pues sí; como dice el alemán Die Zeit, “No es un bochorno nacional. Es un escándalo internacional”; hasta el punto de que en una decisión insólita, el Tribunal Supremo convoca a los principales corresponsales, primero extranjeros, luego también nacionales, para ofrecerles información, dicen, cuando lo que les van a ofrecerles son justificaciones…ya se sabe: excusatio non petita… ¿Se imagina alguien al Tribunal Supremo norteamericano llamando a Pedrojota o a Ansón para explicarles su decisión sobre el aborto?

Es curiosa la capacidad de este país para politizar cualquier asunto, aunque se trate de la guerra del Dos de Mayo o la reciente movida de los toros.

Qué hubiera pasado, nos preguntamos, si le hubieran dejado a Garzón seguir pidiendo el acta de defunción del sátrapa aquel, o el informe de la autopsia del mulo Mola. Pues que, probablemente, alguna instancia superior le hubiera dicho al final del proceso que aquello era agua pasada, que no procedía hurgar más y lo hubieran dado carpetazo.

Pero no. Héteme aquí que el magistrado Varela, un juez aparentemente rojo, acepta una querella, por defectos procedimentales, de dos grupos fascistas: uno el residual de aquellos viejos asesinos de los “puños y las pistolas”; el otro un “sindicato” espurio al que se le escapan las esvásticas por la boca; y como piensan algunos, este juez rencoroso, con tal de saldar viejas cuentas con Garzón, le hubiera aceptado una querella hasta del mismo doctor Goebbels; parece una venganza sacada del “Barrilete de amontillado”. También hay quien duda sobre si esos “camisillas azules” hubieran sido capaces por sí mismos de pergeñar tal sutileza jurídica.

Decíamos que el asunto ha adquirido unos inevitables tintes políticos porque, para más INRI, acaban de salir a la luz los cientos de folios de la trama Gürtel , asunto en el que el PP cree que Garzón extremó su celo, aunque todos conocemos la capacidad de trabajo y el empeño de este juez. El caso es que han sido los sectores más “independientes”, incluyendo los medios extranjeros, los que automáticamente han asociado el Gürtel con lo de Garzón.

¿A quién beneficia todo este affair? Véamos:

Los dos grupos políticos de edad del PSOE, aunque callan prudentemente, mantienen opiniones distintas. La vieja guardia felipista no perdonará nunca a Garzón el que con sus triquiñuelas y su amparo a aquellos polizontes corruptos y asesinos contribuyera sustancialmente a
apearles del poder, véase incluso la inquina de Margarita Robles que, aunque peneuvista, formó parte del gabinete de González.

Los renovadores de Zapatero, con el pragmático Rubalcaba a la cabeza, no pueden menos que agradecer el tumulto: primero porque, dada esa inevitable asociación de hechos, sirve para mantener en el candelero los pillajes de los peperos. Segundo, porque cualquier afrenta a Garzón quedará como una defensa de esos chorizos, lo cual puede contribuir a la movilización de un electorado, que tras la segunda legislatura socialista y en medio de la crisis comenzaba a dar signos de cansancio. Tercero, porque los jueces carlschittedianos de la sala segunda del TS quedan bastante marcados, tanto a nivel local como internacional, en sus futuras actuaciones. Pronto les llegará lo del suntuoso vestuario del “Curita”, y luego los 400 golpes del Gürtel.

¿A quién perjudica políticamente? Por lo expuesto supra, obviamente al PP. La señora de Cospedal ha irrumpido en la escena con su tradicional torpeza. Cuando Cospedal dice que dejen actuar a la Justicia, quiere decir que no se metan con sus amigos, los jueces de derechas Y el presidente del PP también ha salido de su estulto silencio para denominar como “algarada” una reunión de altos y ex altos cargos institucionales. Ya sólo faltan los cascos de Cascos retumbando en ese patio.

Pero quizá quien más sufra el desgaste del affair sea la Justicia, (sobre todo Supremo y CGPJ), ya bastante vapuleada últimamente, y sujeto ahora mismo del sórdido y lamentable asunto del diario vasco Euskaldunon Egunkaria.

¿No tiene algo que decir lo del obsequioso juez valenciano de la Rúa con su amigo del alma “el Curita”? ¿y el fiscal general de Baleares, al que el gran presunto chorizo Matas pedía desesperada ayuda? ¿Qué decir del constante extravío de los dossiers criminales de Fabra?

Los primeros gobiernos socialistas condujeron bien la desfranquización del Ejército, no así la del Poder Judicial. Después, Aznar nombró ministra de Justicia a la hija de uno de los jueces más significados del siniestro TOP, clara sucesora de su padre.

¿Y Garzón?

Estamos en el prólogo de una farsa, la tragedia está enterrada en esos cementerios que muchos pretenden que no se abran.

Pensamos que son muchos los que gustarían que todo este asunto quedara enterrado lo antes posible. Si el proceso sigue adelante no vemos cómo el TS y el CGPJ, que han invocado la presencia de los cronistas extranjeros, van a prohibir que muchos notorios juristas, excelsos premios Nóbel y personalidades mundialmente reconocidas, acudan a testificar en el juicio a favor de Garzón. ¿Se imaginan remover el historial de sentencias nefandas que esos magistrados de la sala II del Supremo dictaran en su día en el TOP franquista?

Así que, aún lejos del final, nuestra prognosis es que como tantas veces nuestra Justicia recurrirá al “pasteleo” y a las componendas y que todo quedará en leves reprimendas y a otra cosa mariposa.

Lástima que una vez más el sector más progresista del Congreso pierda la oportunidad de limpiar un poco los restos estropajosos de la Justicia franquista.

JGM