Bueno, parece que los mandamases de “El PAÏS” se lo han tomado muy a pecho. Han lanzado el grito de ¡a por ellos! y ahí van, como en 1996 cuando -como nos comenta Manuel Vicent en su artículo del domingo 27/09/09/- contribuyeron a que Aznar desalojara a los socialdemócratas del Poder. Fueron, entonces, las “gracietas de sus comentaristas políticos las que contribuyeron a dejar en casa a los votantes menos fieles. “Chuscadas” en línea con los “descubrimientos” que inventaba cada mañana el periodista de la Jota o que glosaba cínicamente el finado Umbral. Bien que en el pecado llevaron su penitencia y a punto estuvieron de ir al trullo por criticar luego al héroe de Quintanilla de Onésimo.
El tiempo, que desgasta a los políticos en el poder (y en la oposición), parece que también desgasta a los periodistas.
No es de ahora –cuando he dejado de ser suscriptor-, pero ya hace algunos años que vengo haciendo lectura rápida de El País, es decir, paso las páginas a manotazos. ¿Por qué?, pues porque creo que la sociedad española avanza más deprisa que ese medio (también que la mayoría de los demás, pero a esos no me acerco).
Veamos: uno de sus gerifaltes, el señor Cebrían, gran cronista de la Transición, parece que se ha quedado anclado en ella. Igual creo que sucede con la mayoría de sus columnistas vitalicios, obligados a escribir se les ocurra algo o no. Así, este verano leí un articulito en el que un habitual abominaba de las bombillas de bajo consumo, aduciendo que sus impulsores (probablemente el ministro Sebastián) engañan al pobre consumidor. Y me preguntaba yo, ¿recordará este “físico” las diferencias entre energía lumínica y energía térmica?
Otro de los habituales es el filósofo Savater, el mentor del esperpéntico partido de Rosa Díez, que en su último artículo hace apología del tabaco -cómo si alguien le negara el derecho a fumar en su casa, sin publicidad. Por no hablar de las columnistas que pontifican cada tanto con su sociología ingenua; o de los chistes cada vez más carentes de gracia, (excepto los de "El 'gran' Roto”).
Y qué decir de sus suplementos: la mayoría van directamente al contenedor. De su dominical, por el que pagamos un euro más, se salvan apenas un par de columnas, el resto me parece una burla: páginas dedicadas a mansiones propias de Berlusconi y sus velinas, recetas de guisos que nadie cocinará ni comerá en parte alguna, vestidos que nadie se pondría para ir a la oficina ni a la boda de su cuñada, etc.
En fin, señores de El País, si se creen capaces de poner y quitar gobiernos de acuerdo con sus intereses, ¡adelante! pero, por favor, atajen un poco su pérdida de calidad periodística..
JGM
1 comentario:
anonimo.
Muy bien dicho.
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