Recibo en mi e-mail un recorte, aparentemente publicado en la revista Expansión, y firmado por “Eduardo Martínez Abascal, profesor del IESE”. Parece que se trata de un docente del Departamento de Dirección Financiera de la Universidad de Navarra.
El caso es que no puedo remediar mi perplejidad ante el citado articulo -aquí incluido-,
cuya tesis es que:
“Casi un 80% del presupuesto estatal lo paga el trabajador medio del país. No lo pagan las empresas ricas, ni los individuos hiper forrados…”
Bueno, suponemos que si esas empresas o esos individuos no evaden impuestos, pagarán su cuota; quizá sea la sugerencia del autor el incremento de esas cuotas, pero no da ninguna pista esclarecedora.
El profesor Martínez hace una enumeración somera de empresas, sectores o colectivos que gozan de la munificencia del Estado, pero olvida incluir a su propio grupo empresarial, el Opus Dei, que en parte recibe esos beneficios simplemente por rezar por todos nosotros, seamos creyentes o no.
Mi perplejidad se debe sobre todo a que en la pormenorización de esos impuestos, atribuye el monto principal (112 millardos) a las cotizaciones a la Seguridad Social.
Dado que esas cotizaciones no sólo están exentas de impuestos sino que se deducen totalmente del IRPF, parece muy atrevido darles esa calificación de “impuestos”.
Sabido es que los trabajadores y empresarios mantienen con la SS una "relación de seguro": enfermedad, jubilación, desempleo..., de manera que esos pagos más que impuestos, si no "primas", son "cotizaciones" para mantener la cobertura ante esos riesgos y eventos, algo parecido a lo que se contrata con otras mutuas o compañías de seguro, a veces tan obligatorio como el de los vehículos a motor. Incluso, hasta la Ley de bases de 1963, el régimen económico de la SS era de "capitalización" (cada uno recibía según hubiera pagado), hasta que a partir de esa ley comenzó a cambiarse por el sistema de "reparto" más fondos de reserva; un sistema basado en la solidaridad intergeneracional. De ahí, los temores actuales a un futuro deficitario.
Confiamos en que en artículos sucesivos, el profesor Martínez nos muestre cómo habría de sufragar el Estado los servicios públicos: Enseñanza general, Justicia gratuita, Cobertura sanitaria global, Seguridad del Estado, Asistencia social, Dependencia, etc.
JGM
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