2011-09-20

¿Legalizar "las drogas"?

Hace algunas semanas recibíel siguiente e-mail de Avaaz.org instándome a unirme a su campaña en favor de la despenalización de las drogas.

Para Ban Ki-moon y todos los Jefes de Estado y Gobierno:

Les pedimos que pongan fin a la guerra contra las drogas y el régimen de prohibición, y den pasos hacia un sistema basado en la despenalización, la regulación, la salud pública y la educación. Estos 50 años de política han fracasado, alimentando la violencia y el crimen organizado, arrasando con millones de vidas, a la vez que nos cuestan miles de millones cada año. Ya es ahora de adoptar un enfoque más humano y eficaz.

Recientemente se ha creado una comisión mundial sobre la política a seguir frente a las drogas. Una asociación de exjefes de Estado europeos y sudamericanos, y de personalidades como el ex presidente de la ONU, Kofi Annan, el multimillonario Richard Branson, el exjefe de la FED, Paul Volcker, y de escritores como Vargas Llosa y Carlos Fuentes. En junio pasado, esta comisión llamó a “el cese de la criminalización, la marginación y la estigmatización de los consumidores de drogas” y a ejercer una amplia tolerancia los pequeños productores, traficantes y trapicheros.

Al parecer, quien abrió el frente el pasado año fue un político, Felipe González, en El País; aunque el expresidente dejaba la decisión en manos de una Conferencia Internacional y en el consenso de doscientos países, es decir la posponía a calendas grecas.

A la iniciativa del español se unieron otros expresidentes sudamericanos, pero cierto es, ningún mandatario en el poder. Como ironizó el presidente mexicano Calderón “Se nota que González y Zedillo son expresidentes”. Ninguno de ellos había intentado nada parecido en el ejercicio del poder.

A un nivel más restringido, los expresidentes de Brasil, Fernando Henrique Cardoso; de México, Ernesto Zedillo; y de Colombia, César Gaviria pidieron en febrero del año pasado, en Río de Janeiro, la despenalización de la posesión de marihuana, en dosis pequeñas, para uso personal. Entre los escritores, es quizá Vargas Llosa el más combativo a favor de la descriminalización. En un largo artículo en El País de 7/11/2010 exponía sus razonamientos sobre las ventajas de esas medidas, punto en los que coincide la organización civil Avaaz:

1) Que 50 años de lucha no han servido para nada; 2) que la lucha nos cuesta miles de millones cada año, 3) que la prohibición fomenta la violencia y el crimen organizado. 4) en los beneficios fiscales del comercio autorizado de la droga, que según el informe del profesor de Harvard, Jeffrey A Miron, que cita en su artículo, los impuestos que entrarían en las arcas de EE.UU. serían de 8.000 millones de dólares anuales, sólo con la comercialización de la marihuana. A toas estas razones, el ultraliberal Vargas añadía la de evitar el peligro de que el Estado decida lo que es bueno y malo para los individuos, una intromisión, según este escritor, en la libertad individual; “el Estado debería tratar las drogas igual que el alcohol y el tabaco: dando libertad al individuo y sancionando el daño a terceros”.

El mexicano Carlos Fuentes se suma a este concierto en el artículo de El País de 9/4/2011 “Señor embajador”, en el que dice que:

“se trata, en consecuencia, de disminuir la demanda. ¿Cómo? Convirtiendo el consumo, de actividad criminal, en problema de salud pública y a los adictos en pacientes, en vez de compradores. Con ello, se rebajarían los precios.

Insiste este escritor mexicano en otro escrito en El País de la semana pasada:

"Soy de los que piden que se tomen paulatinamente medidas para la despenalización . Es una solución pacífica, porque el problema de la droga nos viene dado por la existencia de quienes la consumen, los ciudadanos de Estados Unidos, al otro lado de la frontera. Una vez ha cruzado ya no podemos hacer nada". Así, en EE UU, en su opinión, "la droga es una cuestión estabilizada que no causa graves problemas ni sociales ni criminales, lo que ya le va bien a las autoridades norteamericanas. El problema es para México; no desde el punto de vista del consumo, sino por el de la criminalidad (El País, 3/8/2011)."

El francés Le Monde publicaba la semana pasada (16/9/2011) las recientes declaraciones en Buenos Aires del anterior presidente mexicano. Vicente Fox propuso legalizar las drogas para combatir a los narcos y calificó al narcotráfico como “un tema muy especial en México”, debido a que su país no es productor y tampoco tiene altos niveles de consumo. Según explicó, su posición geográfica lo convierte en la puerta de ingreso al mayor mercado del mundo, los Estados Unidos, que a diario mueve más de 50 mil millones de dólares por el consumo de estupefacientes. En palabras de Fox:

“Es un problema grave, que está desgastando a nuestra nación. Estamos buscando salidas antes de que se ponga más compleja la situación. La droga genera 50 mil millones de dólares por año en los EEUU y esa plata se usa para sobornar a la Policía, a los funcionarios públicos, para contratar a los jóvenes que por falta de oportunidades caen en la trampa… La lucha es definitiva”, enfatizó.

Veamos:

La substancias psicoactivas más consumidas a nivel mundial son las derivadas del cannabis, y sobre ellas se aprecia una creciente tolerancia (algunos países, como Holanda, toleran el pequeño comercio). Este año se votó en el estado de California la “Cannabis Act”, un proyecto de ley para legalizar el cultivo y el consumo de la marihuana. El resultado de la votación fue del 53% en contra frente el 47% a favor. Recordemos que los EE.UU. son los principales consumidores mundiales, pero también los primeros productores, con tendencia al autoabastecimiento: el 20% de ese arbusto se cultiva en huertos o invernaderos familiares, mientras que el 80% se siembra en los inmensos parques naturales, sobre todo de California. El tamaño de estos parques hace muy difícil la vigilancia, y resulta impensable el uso de herbicidas, por su impacto ecológico. El hecho es que la hierba que antes provenía de México o de más al sur se cultiva ahora en los propios EE.UU., quizá por los mismos braceros, lo que ahorra los riesgos del tráfico interfronterizo.

A la vista de los resultados de la “Cannabis Act” parece impensable, hoy día, una despenalización universal de cualquiera de esas substancias, y si lo que Vicente Fox propone es legalizarlas en México, entonces probablemente se extenderían allí los cultivos hacia la amapola y la coca. Supondría, en cualquier caso, un salto al vacío.

Entre los múltiples comunicados a favor de esa despenalización, corre por Internet un decálogo que, en general coincide con lo expuesto por los defensores antes mencionados. El resumen de sus razones es: que la despenalización acabaría con el mercado negro y los beneficios los obtendría el Estado mediante impuestos; que la rebaja de los precios rebajaría el afán de los consumidores por delinquir para pagarla; que mejoraría la calidad de las substancias; que pondría fin a la corrupción institucional; que ahorraría gastos jurídico-policiales; que aumentaría las libertades civiles por un menor control policial; que acabaría con los problemas de violencia en Latinoamérica y con las víctimas colaterales del tráfico. Por último, hablan de equipararlas al tabaco y al alcohol.

Respecto a este último, uno de los argumentos más utilizados a favor es el paradigma de la Ley Seca que imperó en EE.UU entre los años 1920 y 1933 y dio origen a una criminalidad mítica. Olvidan quizá que la ingestión de bebidas alcohólicas es tan antigua como la propia humanidad; recuérdese la historia de Noé (Gén 9, 20-25). Un consumo que data, probablemente, de cuando un hombre de las cavernas dejó alguna fruta a la intemperie y comprobó después los efectos euforizantes del líquido resultante. En cualquier caso, el consumo mesurado de estas bebidas es una práctica social ampliamente admitida y, en general, controlada. En cuanto a la “ley Seca” de los EE.UU, pensamos que fue tan inteligente su derogación como absurda y contraproducente su anterior promulgación. En cuanto al tabaco, una adicción históricamente más reciente, sabemos los esfuerzos de los gobernantes por su erradicación y los sufrimientos de los fumadores por abandonar su consumo. Recientemente en Islandia se ha propuesto dispensarlo únicamente en las farmacias y con receta médica.

Se trata, sin duda de un importante problema social, pero los datos más recientes de la OMS hablan de cierta estabilización. Carlos Fuentes reconoce que en EE.UU. no supone un problema ni social ni criminal. Vicente Fox reconoce que México “no es productor ni tiene altos niveles de consumo”. En España, según los datos de la encuesta del CIS del pasado abril, sólo en 2% de los españoles considera la droga como un problema.

En suma, parece que los más interesados en esa despenalización son los escritores y los expresidentes mexicanos. Convendría recordar que los sucesos más dramáticos que han aparecido últimamente en los medios internacionales no parecen tener relación directa con el narcotráfico: El móvil de la horrible matanza en el casino de Monterrey parece la extorsión mafiosa, y tampoco aparentemente tienen relación con la droga los espantosos y masivos femenicidios de Tijuana y Ciudad Juárez.

Quizá, más que en proponer una ingeniería social universal, que podría significar un salto al vacío, debieran centrarse esos escritores y políticos en la situación de un país, como México, con 52 millones de pobres –casi la mitad de la población-, en su mayoría jóvenes.

J. G. Mardomingo

Fotos: Cofeeshop en Amsterdam.

El Casino de Monterrey tras el incendio provocado

Niño mexicano trabajando

No hay comentarios: