Quousque tanden abutere,
Rajoy, patientia
nostra.
Harto conocido es ya
el editorial de Financial Times del
pasado miércoles (29/8/2012), en el que sugiere a Rajoy que pida el rescate ya
"por el bien de España, no del partido".
Un reproche repetido desde que el presidente pospuso la
presentación de los Presupuestos del Estado hasta después de las elecciones andaluzas, con el claro
intento de ganarlas sin descubrir sus cartas.
Ahora, en contra de la opinión del presidente gallego Núñez Feijóo,
Rajoy ha conseguido que se adelanten las elecciones en Galicia, previniéndole de
un futuro inminente muy duro para su partido (quizá el temido rescate).
Este laborioso
gallego, Feijóo, tras un largo recorrido por cargos políticos indirectos,
llegó en 2009 a
la presidencia de la Xunta,
bien que tras una campaña en la que su
partido vertió todo tipo de falsedades y calumnias sobre el gobierno del
PSOE.
Quizá, más que acortar unos meses su presidencia, haya
molestado a Feijóo el trastorno de los planes que pergeñaba para manipular las
circunscripciones de Galicia y mejorar sus resultados electorales. Algún tipo
de gerrymandering como el que inventó
el gobernador Gerry en Massachussets en el siglo XIX, o como el que diseñaron
los brits en Irlanda del Norte para
que los unionistas obtuvieran más escaños que los nacionalistas.
También la verbenera presidenta de la CAM propone aumentar o
disminuir el número de representantes electos, de acuerdo con sus cálculos para
mantenerse en el poder hasta el tránsito final.
Aparentemente les resulta más doloroso a los elegidos
abandonar el sitial que no haber llegado a gobernar, lo primero indicaría un
fracaso en su gestión; de ahí que las fuerzas políticas, desde los tiempos de
los romanos intenten cambiar las leyes (lex
tabellaria y lex frumentaria)
para volcar a su favor la mecánica de
las elecciones.
Pero convengamos en que todo ello resulta poco ético. Que
así como para la calificación de la deuda pública se dice lo del “bono basura”,
habría que establecer también la calificación de “gobierno basura”. No se
libraría de esa calificación la manga de incompetentes que nos gobierna con su
mayoría “absolutista”: meapilas
insensibles al dolor ajeno en pro de sus oscuras creencias; ex gerifaltes de
Lehman Bross; un personaje de tebeo que maneja la hacienda publica como si
fuera la de una tienda de ultramarinos; “señoras del ropero” o chuletas tabernarios.
Pero, ¿quién comanda a esa jarca?: Pues el señor Rajoy “the most incompetent leader in the whole of Europe (Nigel Farage dixit.). Ese
sujeto embustero, embaucador, falsario, trilero, demagogo; que proyecta todas
sus miserias sobre una oposición que prácticamente no opone resistencia.
Rajoy y los funcionarios
Según reza en los Presupuestos generales del
estado, el presidente Rajoy dispone de 632 asesores personales adscritos a La Moncloa. Aunque sólo despachara
con cada uno de ellos durante quince minutos, necesitaría varios días para oír
todos sus consejos. Pero por los resultados no parece que esos asesores sean
una lumbrera.
Una de las “herencias” que más molesta al
señor Rajoy es la de los funcionarios; sobre todo ahora que le plantan
cara y le hacen huir escaleras abajo
cada vez que en sus visitas a algún centro ve reunidos a unos pocos de ellos. Lo
mismo le sucede a la rabanera marquesa Aguirre. A los dos les encantaría poder
seleccionar a los funcionarios de acuerdo con algo tan sencillo como la lealtad
a su partido. Dada la dificultad de esta empresa, soñarían con imitar al obispo
Amalric, y en este caso, ponerles a todos en la calle e irlos admitiendo
después one on one.
Al no poder aplicar aquel spoil system, que hasta el siglo XIX
posibilitaba a las administraciones norteamericanas a despedir a todos los
funcionarios (incluyendo a los carteros) de la anterior administración, lo que
el gobierno actual del PP intenta es relegarlos en sus funciones y nombrar para
ellas a asesores externos de su cuerda; incluso desviar funciones
propias de la administración a sectores privados de su confianza. Es decir, actuar
en contra de todos los principios maxweberianos sobre la excelencia del “saber
profesional especializado”, y preferir el diletantismo a la burocratización de
la administración.
Se crean “comisiones nacionales” con cualquier pretexto, y se llenan de
asesores ajenos al ministerio en cuestión. Estos asesores se nombran por cupo
político, así en una conocida comisión, que cuenta con veinte funcionarios, se
cuelan seis asesores: dos del PSOE, dos del PP, uno del PNV y otro de CiU. Una
vez nombrados, les dan un ordenador y un móvil de última generación, les
asignan el nivel más alto (treinta: equivalente al de director general) y
acuden a una reunión dos veces al mes. Como naturalmente no tienen ni puta idea
de qué va la cosa, el trabajo lo hacen los funcionarios adscritos a la
comisión, y cuando vienen los de fuera, se limitan a comentar lo de Messi o a comparar
los pintxos de allá arriba con los de Madrid. Eso sí, cobran sus jugosas dietas
de viaje.
Un ejercicio de proyección de los 632
asesores de la Presidencia
a todos los organismos del Estado, es decir, a los del Gobierno central y a los
de las Comunidades autónomas nos daría una cifra escalofriante de politicastros
parasitarios.
Pero, paciencia. Ni el señor Rajoy –ni el
líder de la oposición- van a intentar acabar con esa casta privilegiada, con su
gran clientela política. Significaría hacerse
el harakiri.
Quizá el epítome de lo expuesto, y lo más
preocupante del momento político, sea la carencia de que adolece el señor Rajoy
como homme d'État; un hecho que el
resto de Europa ha descubierto rápidamente y que no hace sino reiterar.
Julio G. Mardomingo
1) Mapa de Massachusset tras la división de circunspriciones del gobernador Gerry. (Obsérvese la forma de salamandra (salamander) que da nombre al concepto).
2) Dibujo satírico representando al presidente Andrew Jackson como un bribón.
2) Dibujo satírico representando al presidente Andrew Jackson como un bribón.
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