¡Ahí está la Cueva de Alí Babá!
Este es el cántico que la Marea Blanca, los sanitarios
manifestantes de Madrid, gritaban uno de estos domingos frente a la sede de la Presidencia de Madrid.
Pero en realidad esa edificio de la Puerta del Sol es
sólo una sucursal de la gran cueva, la de la calle Génova, cuyo, hasta hace poco
tesorero mayor, viajaba casi todas las semanas a Suiza a “esquiar”, bien que
cargando un gran macuto, repleto de billetes de 500 euros.
En cuanto al presidente
heredero de la usurpadora Aguirre, pues ahí lo tenemos, con un ático de lujo en la Costa del Sol de 500 metros cuadrados,
del que afirmó que sólo lo había alquilado, para tener que reconocer finalmente
que lo había comprado. Es decir, además de chorizo,embustero.
La ridícula señora de la mantilla
y la peineta decía que si se descubriera que alguien del PP tenía cuentas en
Suiza, ella dimitiría. Ya, ya; aquí no
dimite ni dios mientras quede un euro que llevarse de las arcas del Estado.
Corren permanentemente por la Web listas de presuntos o
convictos corruptos, saqueadores de lo público. Parece que dado que no se puede
negar la corrupción, los más pillados por ella han decidido generalizarla, o
sea, esparcir la mierda: todos roban, todos son iguales. Esas cosas que tanto
favorecen a la derecha, que ríe feliz la gracia mientras se llena los bolsillos
con lo ajeno.
Pero basta con una simple
suma para descubrir que al lado de estos grandes saqueadores, las pequeñas
corruptelas resultan ser si algunos invitados se llevaran las cucharillas del gran
banquete.
Hay acaso en otras
formaciones políticas familias como la del agraciado por la fortuna lotera, el
castellonense Fabra, con su moralmente repugnante hija, la del ¡que se jodan!
[los parados de larga duración], o su yerno, el ahijado del “financiero” Rato, ese
guaperas homófobo (Güemes) que convierte servicios públicos en empresas, para
colocarse poco después en ellas y forrarse.
Y qué me dicen del gallego
Baltar, un cacique que parece salido de alguno de los relatos más críticos de Castelao.
En fin, antes fueron los
chicos y chicas del 15-M y, también, algunos exchequistas; pero lo cierto es
que en la red pululan muchos chascarrillos, descalificadores para la política y
los políticos en general, que no desmerecen de lo que José Cadarso publicaba, en
1774, en una de sus Cartas Marruecas (la
LI), diferenciando entre “Política”: como “la ciencia de gobernar los pueblos” y
:“políticos”, “unos hombres que de noche
no sueñan y de día no piensan sino en hacer fortuna por cuantos medios se
ofrezcan”.
Bueno, ha llovido mucho desde
ese escrito, anterior a la Revolución
Francesa. Ahora, incluso algunos de
los participantes del 15-M han decidido constituirse en partido político –el
Partido X-. Parece que será un partido asambleísta; bien, también lo es ERC, y
ha logrado participar en el Gobierno de Cataluña.
El problema no son los
“políticos” ni la “política”. El problema son los grandes chorizos que se
acercan a ella para forrarse, como acuñó en una frase célebre el inefable Zaplana;
por cierto también un gerifalte del PP. Se comprende ante tanta chorizada el
empeño de Rajoy, con la ayuda del periodista Cebrián, de adelantar las
elecciones para dejar en el olvido una
Ley de Transparencia, que el ingenuo Zapatero pretendía
llevar al Parlamento.
De momento, quizá la medida
más urgente sería precintar la sede de Génova, y dejar investigar dentro a
policías, jueces e inspectores de Hacienda.
JGM