2013-01-17

¡Ahí está la Cueva de Alí Babá!



¡Ahí está la Cueva de Alí Babá!
Este es el cántico que la Marea Blanca, los sanitarios manifestantes de Madrid, gritaban uno de estos domingos frente a la sede de la Presidencia de Madrid.
Pero en realidad esa edificio de la Puerta del Sol es sólo una sucursal de la gran cueva, la de la calle Génova, cuyo, hasta hace poco tesorero mayor, viajaba casi todas las semanas a Suiza a “esquiar”, bien que cargando un gran macuto, repleto de billetes de 500 euros.
En cuanto al presidente heredero de la usurpadora Aguirre, pues ahí lo tenemos, con un ático de lujo en la Costa del Sol de 500 metros cuadrados, del que afirmó que sólo lo había alquilado, para tener que reconocer finalmente que lo había comprado. Es decir, además de chorizo,embustero.
La ridícula señora de la mantilla y la peineta decía que si se descubriera que alguien del PP tenía cuentas en Suiza, ella dimitiría. Ya, ya;  aquí no dimite ni dios mientras quede un euro que llevarse de las arcas del Estado. 

Corren permanentemente por la Web listas de presuntos o convictos corruptos, saqueadores de lo público. Parece que dado que no se puede negar la corrupción, los más pillados por ella han decidido generalizarla, o sea, esparcir la mierda: todos roban, todos son iguales. Esas cosas que tanto favorecen a la derecha, que ríe feliz la gracia mientras se llena los bolsillos con lo ajeno.
Pero basta con una simple suma para descubrir que al lado de estos grandes saqueadores, las pequeñas corruptelas resultan ser si algunos invitados se llevaran las cucharillas del gran banquete.
Hay acaso en otras formaciones políticas familias como la del agraciado por la fortuna lotera, el castellonense Fabra, con su moralmente repugnante hija, la del ¡que se jodan! [los parados de larga duración], o su yerno, el ahijado del “financiero” Rato, ese guaperas homófobo (Güemes) que convierte servicios públicos en empresas, para colocarse poco después en ellas y forrarse.
Y qué me dicen del gallego Baltar, un cacique que parece salido de alguno de los  relatos más críticos de Castelao.

En fin, antes fueron los chicos y chicas del 15-M y, también, algunos exchequistas; pero lo cierto es que en la red pululan muchos chascarrillos, descalificadores para la política y los políticos en general, que no desmerecen de lo que José Cadarso publicaba, en 1774, en una de sus Cartas Marruecas (la LI), diferenciando entre “Política”: como “la ciencia de gobernar los pueblos y :“políticos”, unos hombres que de noche no sueñan y de día no piensan sino en hacer fortuna por cuantos medios se ofrezcan”.    
Bueno, ha llovido mucho desde ese escrito, anterior a la Revolución Francesa. Ahora, incluso algunos de los participantes del 15-M han decidido constituirse en partido político –el Partido X-. Parece que será un partido asambleísta; bien, también lo es ERC, y ha logrado participar en el Gobierno de Cataluña.




El problema no son los “políticos” ni la “política”. El problema son los grandes chorizos que se acercan a ella para forrarse, como acuñó en una frase célebre el inefable Zaplana; por cierto también un gerifalte del PP. Se comprende ante tanta chorizada el empeño de Rajoy, con la ayuda del periodista Cebrián, de adelantar las elecciones para dejar en el olvido una Ley de Transparencia, que el ingenuo Zapatero pretendía llevar al Parlamento. 
De momento, quizá la medida más urgente sería precintar la sede de Génova, y dejar investigar dentro a policías, jueces e inspectores de Hacienda.

JGM

2013-01-03

Desobediencia civil





‘Cuando un gobierno me dice, “la bolsa o la vida”, por qué tengo que correr a darle mi plata? Pueden estar en apuros y no saber qué hacer: lo siento mucho. Ellos verán qué hacen. Que hagan como yo. No vale la pena lloriquear por eso. Yo no soy responsable de que la maquinaria de la sociedad funcione.’
 
Así  escribía en 1849 Henry David Thoreau en su obra Civil disobedience.

Tres años atrás Throreau fue detenido y encarcelado por haberse negado a pagar un impuesto que le parecía injusto.
Cuenta una anécdota, posiblemente apócrifa, que en la noche que estuvo en la cárcel [fue liberado al día siguiente, tras el pago de la tasa por algún desconocido] recibió la visita de Ralph Waldo Emerson, quien le preguntó: “Henry, ¿por qué estás tú aquí?” A lo que Thoreau respondió: “Waldo, ¿por qué no estás tú?”.

Dado que en el siglo XXI y en el marco de la EU-27 es inconcebible una revolución a la vieja usanza, parece que la forma más pausible de luchar contra un gobierno que nos despoja de unos derechos, que tanta lucha y sacrificio costaron, es la vía pacífica de la “desobediencia civil”.
El 15-M no arrancó como un movimiento que preconizara esta desobediencia cívica, sino más bien como una protesta y una negativa a ejercer unos derechos (p. ej., el del sufragio) que sirvieran para perpetuar un sistema que consideran injusto. No era suficiente que mostrará en todo momento su espíritu pacifista, no violento; ya vimos cómo la fascistoide que gobierna Madrid infiltró provocadores, que golpeados por azar gritaban a sus compañeros policías “¡Eh, que soy de los vuestros! Algo al parecer inevitable con esta gente en el poder.
Los actos más cercanos a este tipo de desobediencia lo protagonizaron algunos de los grupos que pacíficamente obstaculizaron los desalojos por desahucio, protestando contra la Ley hipotecaria y, sobre todo, contra la más injusta Ley de Enjuiciamiento Civil. Pero en realidad se trató simplemente de actos aislados, sin apenas incidencia en las 350.000 familias que en cuatro años han dejado en la calle. Son casi doscientas familias las que cada día pierden su casa. 

 
Hoy, con la simpatía de la enfermera que imprimía las recetas y el apoyo de la farmacéutica, he objetado el cumplimiento de una obligación tributaria, la tasa de un euro por receta. Vean la aritmética: uno de los fármacos costaba ayer en Internet, en sus distintos genéricos, 1.61€, curiosamente hoy, marcaba en la farmacia 1.85€, por lo que con el copago vigente desde el pasado julio he pagado, como jubilado, 18 céntimos de euro. Si no me hubiera negado a pagar ese injusto y a todas luces ilegal tributo, el precio de un fármaco antitensivo de receta mensual me hubiera supuesto una subida del 637.5 por ciento.


El trámite para la insumisión es muy sencillo, basta con rellenar unas pocas casillas de un impreso con calco que facilitan en la farmacia –también el boli.
 
Me pregunto, ¿a qué viene un acto tan irracional, ilegal y estúpido por parte de este intruso autoritario, al que la comunidad de madrileños no ha votado para su cargo?
¿Por qué se fue quien se lo dejó?
¿No será, acaso, que dada su trayectoria usurpadora de cargos, la marquesa consorte intente esperar a que Rajoy se canse; es decir, a que Rajoy se dé cuenta de lo cansados que estamos, y se largue a Santa Pola, dejándola el puesto? ¡Pregunten en la FAES!

JGM