2009-02-07

Magia vaticana




A finales del siglo XIX, el antropólogo escocés J G Frazer trazó un esquema evolutivo del pensamiento humano a través de los siglos. Según este estudio, que expuso en su obra La rama dorada, la Magia constituiría un estadio primero de la civilización, esta etapa sería sustituida progresivamente por la Religión. Finalmente, esta última sería reemplazada por la Ciencia en un estadio superior de desarrollo del pensamiento y el conocimiento humanos.

A la vista de lo que propagan desde el Vaticano el Sumo Pontífice y los miembros de su institución, difícilmente puede uno, no ya creer en ese estadio superior fraziano, sino incluso en que la Religión -al menos la católica-romana- haya conseguido superar la Magia primordial.

Largo ha sido el camino del conocimiento humano para desentrañar la realidad material objetiva, desde las teorías de la antigua Grecia, que fundaban que todo lo material estaba constituido por los cuatro elementos, hasta las teorías del flogisto, en el siglo XVII.

Pero, ya a finales del siglo XVIII el francés Lavoisier estableció una ley de difícil falsación, la ley físico-química cuyo enunciado dice que la materia ni se crea ni se destruye, que únicamente sufre transformaciones.

Los descubrimientos a partir de ahí de desarrollaron a velocidad de vértigo hasta llegar a desentrañar la naturaleza de las partículas más elementales.

Ya, siglo y medio después de Lavoisier, Albert Einstein explicó la transformación de la masa en energía y viceversa, pero manteniéndose constante el monto total, es decir masa y energía son la misma cosa, bajo distintas formas.

No importa el tremendo esfuerzo científico de tantos hombres y mujeres.. Esta gente, la clerigaya, cuyo principal esfuerzo es el de rezar y hacer sacrificios a su dios, insisten hasta la náusea en su teoría creacionista, a sabiendas de que no se puede crear cosa alguna de la “nada”, entre otros motivos, porque la nada no existe; es un simple concepto, como el infinito, imprescindible para construir sistemas matemáticos.

Pero, héteme aquí que no se limitan los católico-romanos a ese ejercicio de ilusionismo, un juego que haría palidecer de envidia al mago Copperfield. No, ahora, les ha dado por hacer que desaparezcan seis millones de judíos, los del Holocausto.

El Papa actual ha rehabilitado a un obispo, el británico Richard Williamson, que se emperra en decir que ningún judío murió en las cámaras de gas, según él porque éstas no existieron. Supongo que, según este santo varón, las cámaras que se muestran ahora en los campos conservados como museos, así como los hornos crematorios, serían para que se ducharan los prisioneros y luego se secaran al calor de los hornos. No obstante, este prelado, gloriosamente devuelto al frente del altar por el Papa alemán, está dispuesto a conceder que morirían entre 200.000 y 300.000 judíos, pero ninguno en las cámaras de gas. Supondrá este buen hombre que los censos de población en Europa son un invento reciente.

Entre sus peregrinos argumentos, este clérigo señala, por ejemplo, que no había chimeneas tan altas para eliminar el gas o que la retirada de éste hubiera resultado peligrosa para los verdugos, etc....

Menos mal que tenemos a Frau Merkel, y que el negacionismo es un delito en Alemania. Supongo que el antiguo joven nazi dará marcha atrás o les puede pasar a los dos como al cardenal Marzincus, que no puedan salir nunca de las 44 hectáreas del Estado Vaticano.

JGM

No hay comentarios: