2009-02-03

LA RIQUEZA DE LAS NACIONES


Parece que fue J K Galbraith quien dijo que había dos tipos de economistas: los que no saben nada de esa disciplina y los que ni siquiera reconocen su ignorancia. Bien, este blogger pertenece al primer grupo.

Lo que sucede es que los tiempos de crisis son propicios a la aparición de todo tipo de arbitristas y de intérpretes; recordemos la primera crisis económica de la Historia y la interpretación que el “casto” José hizo al faraón (Génesis, 41)

Viene esto a cuento de lo que acabo de leer sobre la reunión de Davos:


“Los expertos calculan que la tormenta subprime se ha llevado por

delante al menos una cuarta parte de la riqueza mundial…”

(El País, 1/2/2009)


Bueno, yo creo que una destrucción de riqueza tan tremenda sólo tuvo lugar durante los seis años que duró la II GM y, preferentemente, en Europa y Japón. Entonces ¿a qué llaman riqueza estos pájaros? ¿No será que la disciplina económica se aleja cada vez más de la Ontología para adentrarse en la Metafísica? ¿Qué números índice estadísticos utiliza esta gente para medir ese cataclismo?

La “tormenta subprime” no es un fenómeno nuevo. Parece que una de las causas de la “Gran Depresión” fue el ‘boom’ inmobiliario de 1925 en Florida. Cualquier agente de bienes raíces podía comprar grandes extensiones pantanosas en ese estado, dividirlo en parcelas y venderlas tras haber aumentado exponencialmente los precios. La oferta, en principio, iba dirigida a futuros jubilados, pero gentes de todos los estados compraban los títulos de propiedad sin ni siquiera haber estado nunca en Florida. Los Everglades eran una zona pantanosa, infestada de caimanes y de mosquitos, donde ni al arquitecto de Pedro el Grande se le hubiera ocurrido construir. El caso es que la gente pedía préstamos a los bancos para comprar escrituras que luego revendía; hasta que alguien descubrió que a aquello le faltaba un tornillo y llevó a la desconfianza en el Sistema Financiero -quebraron más de 5.000 bancos norteamericanos.

Volvamos a nuestro titular: Toda esa riqueza ahora perdida consistía simplemente en unas cuantas toneladas de papeles con cifras impresas que, juntos, sólo hubieran servido para alimentar las calderas de la calefacción de alguna torre de Wall Street durante una semana.

Lo más curioso de todo esto es la capacidad de autoengaño de los humanos por simple codicia. Las cosas no vienen de ahora, al menos en nuestro país. Ya cuando la crisis de las “.com”, TERRA, que sólo facturaba alrededor de 10 millones de euros y sufría unas pérdidas millonarias, tenía un valor en Bolsa superior al del BBVA o al de Repsol, siendo su activo financiero principal “una lista de clientes”.En poco más de tres años (Feb/2000-May/2003), sus acciones pasaron de valer 155.65€ a sólo 5.25€, según la OPA que ofertó Telefónica., su casa matriz.


Aunque no tengo mucha confianza en el método de corrección por el error, creo que todos deberíamos enmendar un poco las últimas borracheras consumistas o, al menos, no utilizar para ello los créditos bancarios.

Así, podríamos, por ejemplo:

-Dejar de hacer cola toda la noche para comprar la nueva consola cuando todavía no hemos utilizado todas las funciones de la anterior.

-Evitar ir hasta Tailandia para poder contar a la vuelta que hemos visto a una nativa fumando con el cigarrillo entre los labios menores.

-Dejar de celebrar la comunión de la niña como si se hubiera casado con uno de los hermanos Lehman: Todo a crédito en un salón de bodas y bautizos, en el que el encargado, al ver tanta gente, saca hasta los últimos restos de su almacén.

-No empeñarse por comprar el coche-tanque más grande del mundo para ir asustando a los más pequeños y obligar a los demás vecinos a hacer cien maniobras en el garaje de su casa. Sobre todo porque lo va a usar únicamente el conductor para ir cada día, en Madrid, desde La Vaguada hasta el Parque Juan Carlos I.

-Reprimirse y no ir a las rebajas a comprar todos los harapos reciclados en China, y que un mes después estarán en alguno de los contenedores de“Humana”.

-Desistir de gastar queroseno para ir a un resort de la Dominicana del que no se puede salir, porque ir a la ciudad natural más próxima nos llevaría más de un día a través de una carretera como la de “Le salaire de la peur”, la peli de Clouzot. Toda la ciudad de Benidorm es prácticamente un parque temático, barato y a tiro de piedra, y no se corre el riesgo de que un cubito de hielo espurio te haga pasar las vacaciones sentado en el Klo.

-No volver a llamar gilipollas al que ha ahorrado cuatro euros y los ha metido en el banco, diciéndole que en el chiringo de enfrente le dan el doble o el triple de interés.

-Dejar de “tirar la casa por la ventana” yendo con otro matrimonio a comer a un restaurante que acaba de abrir y cuesta 100 euros por cabeza. Todo porque sirven cabezas de chorlito con trufas de la Auvernia y pollita virgen deshuesada al Armagnac..

(Queda abierta la relación para que los supuestos lectores añadan sus entradas)

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Lo más triste de toda esta crisis es, como siempre, el factor humano.

Los trabajadores británicos han empezado ya a movilizarse pidiendo a sus gobernantes que discriminen a los trabajadores extranjeros: “Put British workers first”, exigen a Mr Brown.

En realidad no se precisan esas medidas, los puestos de trabajo que ocupan esos parias les discriminan por sí solos. Los gobernantes del primer mundo cuentan esta vez con que la población laboral más afectada no será lo que la terminología marxiana llamaba el “ejército industrial de reserva” de los trabajadores. El nuevo “ejército de reserva” lo componen principalmente esos emigrantes que llegaron atraídos por el boom, y que, como estamos viendo, ahora se les ofrece un billete de vuelta a casa y dinero para los bocadillos. Ya les dejarán volver cuando las vacas flacas hayan engullido a las gordas.

JGM

Foto superior. "El Jueves negro" en Nueva York

Abajo: Manifa de trabajadores británicos

1 comentario:

Anónimo dijo...

Joven, no marca Vd. el paso con las consignas del Gobierno que quiere que consumamos más, más, más porque dizque es la forma de reactivar la economía y sacarnos de la crisis como hizo el barón de Münchhausen con el barón de Münchhausen.