2009-09-22

Las pinzas a Garzón


Ya en 1612, sostenía Francis Bacon en sus Essays que "el oficio de los jueces es jus dicere y no jus dare; interpretar la ley, no hacerla o darla"..., y que "los jueces deberían ser más cultos que ingeniosos, más reverenciados que aplaudidos, y más reservados que confiados”.
Pero no es sólo a este político, filósofo y sistematizador del método inductivo, yerno de un juez de distrito, a quien no le hubiera agradado mucho el juez Baltasar Garzón. Parece que tampoco a los jueces del Tribunal Supremo les cae bien este magistrado justiciero.

Actualmente el juez Garzón se encuentra sujeto por unas pinzas: por la punta derecha: la querella del grupito fascistón Manos Limpias (¡qué nombre tan inapropiado el de estos lobeznos de Blas Piñar!), amparado por el juez ponente, el ultraderechista Adolfo Prego.
Por la punta izquierda, le amenaza la querella por los emolumentos de su año sabático en la Universidad de Nueva York, en la que no media prevaricación, cohecho o evasión fiscal, sino que parece más bien una cuestión procedimental, algo que ver con los reglamentos internos de los jueces.
Lo curioso consiste en que en estas tramitaciones primarias es un único juez el que maneja completamente la pinza, el juez Luciano Varela, con capacidad para dar carpetazo a ambos asuntos.

El País, un medio generalmente favorable a Garzón, dedica hoy, 21/09/2009, a este embrollo una página completa de su experto en temas judiciales Julio M. Lázaro.
El articulista hace la semblanza de los protagonistas principales y parece que dispara a tout azimut:
Adolfo Prego, un “encantador de serpientes” ultraderechista que aspira a ocupar en el Constitucional la plaza del finado García Clavo, el antiguo ayudante del siniestro “Carnicerito de Málaga”.
Luciano Varela aparece como un radical de izquierda (O guerrilleiro), crítico de Felipe González, del CPJ, de los fiscales, a los que reprochaba “falta de seriedad en la acusación”, “serias faltas de seriedad jurídica” o “una sorprendente inercia burocrática”, reproches a los que estos últimos le reprendían por “criticar gratuitamente” y ser “muy dictadorcito”.

No faltan en el artículo insinuaciones o, incluso, teorías conspirativas. Si bien Varela y Garzón sólo han tenido a lo largo de su carrera un punto de contacto, ni siquiera un roce , hace 20 años, el autor menciona la “inquina” de Varela por Garzón, como si el primero fuera el vengador de “El barril de amontillado”, y dice, así, que Varela “bucéo sinuosamente” en las retribuciones de Garzón en N.Y.
No olvidamos que Garzón tuvo también veleidades políticas, lo que acentúa las críticas desde ese ámbito. Si bien la derecha parece haber olvidado el “inmenso” favor que le hiciera Garzón con el asunto GAL, que acabó llevando a Aznar al Poder, no le ocurre igual a los “viejos” del PSOE, que aún recuerdan que este juez, junto con colaboraciones como la de aquel marxista-falangista de Córdoba, estuvo cerca de conseguir el impeachment del presidente González.
Actualmente, el periodista sitúa a Varela en el entorno político de la vicepresidenta Fernández de la Vega, pero también nos recuerda la ralentización y posterior encarnizamiento, por parte de Garzón, con el entorno de ETA durante y después de la última tregua, es decir ciertos favores al Gobierno de Zapatero durante ese período.
A pesar de cierto rencor subyacente por aquel asunto del terrorismo de Estado, no cabe duda de que el odio más feroz le llega a Garzón por la derecha: Pinochet, el affair “Gürtel”, el juicio a los crímenes franquistas, etc.

En suma y tras la lectura del artículo sigue uno pensando si acaso el mundo interno de la Justicia española, sobre todo en sus más altas instancias (Audiencia Nacional, Tribunal Supremo, Constitucional) no se asemeja a la curia romana en tiempos de los Borgia.

JGM

Arriba: Garzón en su visita a la ESNA en BsAs
Abajo: Varela ascendido al Supremo

3 comentarios:

Unknown dijo...

Una vez muerto el dictador, mi gran duda era cómo ibamos a pasar a una democracia con los jueces del Tribunal de Orden Público y sus variadas interpretaciones de la ley de vagos y maleantes.
Treinta y tantos años han pasado desde la muerte de aquel hombre y el tema judicial ha sido protagonista por hechos tremendamente lamentables en un colectivo que está ahi, como decía Bacon, para interpretar la ley.
Corruptos como Estevill, prevaricadores al servicio del gobierno de turno como Gómez de Liaño o esperpentos como Calamita.
Por no hablar de interpretaciones tan irreales que desembocan en titulares de revistas del corazón como culpar a la violada por llevar minifalda o llevar a la carcel al agredido por defenderse.
No, creo que es casi imposible el pasar de una dictadura a un sistema normal sin una reestructuración muy profunda de la justicia.
Esto y el tema educativo son, para mi, dos asuntos, mas importántes, aún pendientes. Claves y y la sociedad no mejorará hasta que no se aborden en consenso y en profundidad.

Anónimo dijo...

La "pesadilla Garzón".....¿Se acaba?

Anónimo dijo...

A mi y a muchos españoles. Nos gustaría que a los etarras les metiesen entre ceja y ceja una bala. Pero por suerte no soy el gobierno, ni soy el policía. De ellos espero que no tengan el comportamiento emocional y salvaje que pueda tener yo cegado por la ira. Ya se que es mucho esperar. Por lo tanto si un gobierno financió de manera cobarde, no solo el asesinato de etarras en base a la facil que fuese. Si lo hizo contratando mafiosos, si lo hizo matando mendigos para testar las drogas que les iban a dar. Sí lo hizo malgastando dinero público para gastárselo en casinos como macarras de barrio. Si lo hizo y un juez lo demostró y lo condenó, el juez hacia su trababjo y nada más. No le hizo ningún favor al PP. No sean maniqueos. Es horrible que la verdad tenga ideología. Ya estoy harto de los prejuicios morales y políticos de tanto inmoral mental. Por cierto Garzón es una vergüenza de juez y persona. Nunca si lo ves en la calle digas nada porque te manda a la policía. Y es corrupto como nadie, lo de NY es sólo una parte. Tampoco es buen matemático por interés nunca despejó la x de la ecuación.