¿Qué pasó? ¿Fue acaso la causa del gottdamerung la masacre de decenas de civiles, incluyendo niños, que las tropas alemanas produjeron en Afganistán? ¿O quizá la muerte reciente de tres soldados alemanes en un lugar próximo al del suceso anterior, debida al parecer a un exceso de confianza? No; esos hubieran sido simples daños colaterales o gajes del oficio militar. La causa es mucho más fútil: ¡le han pillado copiando! Y es que parece que entre todos los títulos nobiliarios le faltaba al barón el título académico de Doctor, algo que en Centroeuropa parece considerarse mucho. Es España, generalmente, sólo llamamos doctor al médico - ya se ocupa su colegio profesional de que así sea.
El caso es que hace pocos años, el joven ministro decidió añadir ese título a su acervo y presentó una tesis ante los tribunales académicos. La calificación fue de sobresaliente cum laude, y el ministro se hizo bordar el “Dr.” hasta en la zamarra con la que iba de cacería. Pero héteme aquí que los imprevisibles avatares del azar llevaron a algún curioso impertinente a rebuscar en Google y ¡voila!, la Süddeutsche Zeitung descubrió el pastel hace pocos días: El futurible había hecho “COPY “ y “PASTE” del 20% de su tesis y había olvidado entrecomillar esos párrafos. El pasado lunes 21, el ministro respondió a los periodistas: “¿Dinitir? ¡Absurdo!” Hoy ha presentado su renuncia a Frau Merkel, que, por cierto, ha tenido su semana negra con el añadido de la debacle electoral en la ciudad estado de Hamburgo.
Decía el ingenioso profesor Frank J. Dobie, un texano que, expulsado por liberal de su universidad de Texas, se trasladó a Cambridge, que”La mayoría de las tesis doctorales no son más que un traslado de huesos de un cementerio a otro”. Las tesis doctorales son un fastidio, un calvario inevitable para quien quiera ocupar un puesto docente o un cargo académico; al igual que es un fastidioso vía crucis el que para ejercer de juez o notario tengan los pretendientes que memorizar un largo temario y “cantarlo” ante un tribunal adormilado. Probablemente lo que se pretende es que los candidatos demuestren su tesón, su templanza, su paciencia, su espíritu de sacrificio y su resistencia a la adversidad. ¡Bueno! Ya podría un físico, aquí, llegar a materializar el bosón de Higgs, que para llegar a la docencia tendría que escribir quinientas páginas con quinientas notas acerca de los efectos de los rayos cósmicos sobre el boniato.
Todo el asunto del barón resultaría en España una fruslería. Aquí, parece ser que hasta los premios nobel plagian las novelas de sus paisanas.
Pero aparte de la anécdota, lo que llama más la atención es la diferencia de los principios éticos entre la Europa del norte y la del sur. La ética de ese brillante político, que tras su error, renunció inmediatamene a su título académico y, muy poquito después, a su carrera política, comparada con la de los berlusconis o los gerifaltes del reino de Valencia. Uno de estos últimos que se viste, calza y encorbata gratis, que acepta del Bigotes regalos de reyes para sus hijos que harían palidecer de frustración a los propios Magos; otros más para su santa esposa, que probablemente hayan batido el record de caja de la milla de oro de la calle Serrano de Madrid; el coche a la medida que le regalamos malgré nous a aquel soplagaitas, para que lo estrellara al día siguiente. Y que decir de ese fantoche de más arriba, al que le toca la lotería todas las semanas; o del tipo de más abajo capaz de sacar oro de entre las basuras.
Dado que a diferencia del norte, aquí no dimite ni dios, os arengo: ¡Amunt valencias! Sois los más indicados para sacudiros vosotros mismos esa caspa.
Julio G Mardomingo
1 comentario:
Con gracejo e ironía podemos ver retratados a unos políticos que han arrasado y, me temo, lo seguirán haciendo.
Ayer vi una foto del reyezuelo besando la mano de un cura. Otros cinco obsevaban sonrientes la escena.
Es dificil que desaparezca la España negra. Me temo que yo no lo voy a ver.
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