Creo que lo menos importante de la agresión sionista a Gaza es la precisión de las palabras. Estamos dispuestos, si se trata de dialogar, a sustituir genocidio por matanza indiscriminada u otro sintagma similar. Lo tenían todo calculado: cuándo comenzar a matar y cuándo dejar de hacerlo, parece que el supuesto fin venía determinado por la fecha en que ese desdichado torturador texano iba a dejar de protegerlos abiertamente. Ni siquiera se han ido, se han quedado detrás de la puerta, pero, hoy, han decidido proseguir sus atrocidades en el mar, bombardeando a los pescadores palestinos.
Se llegará a algún acuerdo de retirada ¿pudiera ser?. Pero siempre quedará una pregunta ominosa de los sucedido estas últimas semanas: ¿por qué los niños? ¿por qué se han cebado esta vez en los más desvalidos? Sabían perfectamente que los niños estaban refugiados en los edificios de Naciones Unidas, ¿por qué asesinarlos allá? Decir que las milicias palestinas les utilizaban como escudos humanos no deja de ser una repugnante falacia . No entraron ni en los edificios de Naciones Unidas ni en ningún otro para ver quién había allí: destruían todas las casas con bombas de fósforo, de racimo o con las armas más siniestras que poseen. Simplemente su goebbelsiana mentira nos llevaría a recordar una escena de la película “El tren de las 3:10 (a Yuma)” en la que tras un atraco, uno de los conductores de la diligencia se zafa de un asaltante y se escuda tras él amenazando con matarlo. La reacción del jefe de los bandidos, Ben Wade, es matar al cochero con las balas que atraviesan a la vez a su compinche. “Era un débil” dice del bandolero muerto.
El señor Olmert y su sangriento comité están obligados a dar una explicación satisfactoria sobre ese terrible infanticidio: según los datos de UNICEF o de “Save the Children”, la mitad de los asesinados eran mujeres y niños, y de este grupo, las tres cuartas partes eran menores de 16 años (437 hasta hoy). No vamos a entrar aquí en analogías con lo sucedido en la comarca de Belén cuando gobernara el virrey Herodes; aunque ese pueblo tan amante de los Libros Sagrados, sí debería recordar esa leyenda neobíblica. Pero no, tenemos ejemplos más recientes: el del asesinato sistemático de niños judíos, gitanos o eslavos por las hordas nazis. ¿Acaso no han visto o leído, señores judíos de Israel y de otros lugares, “El niño del pijama de rayas"? ¿Por qué, los niños? ¿Lo sabe ese horrible embajador de Israel en España? Señor Olmert y compañía, señores ciudadanos del Estado de Israel, mientras no contesten a una pregunta tan breve, tendremos que ponernos en lo peor.
Uno de los temores de los anexionistas de Israel es que el diferencial entre las tasas de fecundidad entre judíos y palestinos crece sensiblemente a favor de los últimos. Quizá sea eso lo que les lleva a buscar judíos por el mundo, principalmente en el este de Europa, para repoblar los territorios de los que han desalojado a sus habitantes ancestrales. Insisto, las teorías pueden ser muy siniestras, pero en la palabra de esos guerreros deshumanizados queda cualquier otra explicación menoshorrible. JGM
El último otoño nos trajo las últimas novelas de dos autores ingleses, clásicos en sus respectivos géneros: John Le Carré y P. D. James., así como la traducción de “After Dark”, una novela del japonés Haruki Murakami, publicada originalmente en 2004.
P. D James “The Private Patient”
A sus 88 años, P.D. James nos ofrece otra muestra de su talento para el thriller psicológico.
No voy a destripar nada aquí, entre otras cosas porque la autora, ya en la primera línea de su novela, nos dice quién es la víctima y cuándo va a morir asesinada, aunque el hecho no suceda hasta la página 97.
Esas casi cien páginas previas al crimen sirven a la veterana autora para describir minuciosamente a los personajes principales del drama: un número limitado de sospechosos, ya que la novela, como muchas de sus obras anteriores, se desarrolla en un escenario aislado.
Quizá ese entorno hace el desenlace más previsible que en otras obras de la autora, sin embargo, parte del interés de la trama radica más en las motivaciones de los crímenes que en estos.
Al margen de los asesinatos, están como siempre las descripciones cargadas de ironía que la autora hace de las clases acomodadas inglesas –por algo es baronesa James de Holland Park-, así como de otros colectivos pintorescos de las islas.
Una de las constantes en las novelas de P.D. James es la poca simpatía que suscitan las víctimas centrales de sus tramas. No es que la autora les haga merecedores de ser asesinados, pero no cabe duda de que sus muertes violentas no levantan grandes duelos ni entre sus allegados ni entre los lectores. Lo mismo sucede en esta última obra.
La autora mantiene aquí su conocido escepticismo sobre ciertas creencias y ciertos sentimientos humanos.
Sus burlas a la religión y a los clérigos no son tan sarcásticas como las de su anterior “Death in Holy Orders” (tr.“Muerte en el Seminario”), donde parecía haber elegido el escenario para poner en evidencia a los miembros de una iglesia muy próxima a la Católica Romana. Pero no puede evitar comentarios como:
“When you’re dying, call in a priest. He’ll see you’re all right” „But suposse I dont’t know I’m dying?“ „Folk usually do. Time enough then to start bothering your he ad with God.“ (1)
o
„We never drink in the Cressett Arms and we aren’t church-goer“. (He made the last statement with the self-satisfaction of one who has resisted the temptation to fall into a dangerous habit)“
O bien, hacer que un millonario agonizante haga llamar de noche al sacerdote del condado sólo para burlarse de él por última vez.
Es notorio también su escepticismo sobre el amor entre los humanos. Hay padres que no sienten el menor afecto por sus hijos, quizá porque no sintieron ninguna pasión ni amor en el momento de su concepción. Naturalmente, el desafecto es recíproco.
Gentes que se casan o tienen hijos con la persona menos indicada.
Frases como “estaba enamorada de él, pero no lo amaba” o “se trató simplemente de un inofensivo intercambio de placer”
Lo más que está dispuesta a conceder a las parejas es una convivencia civilizada:
Así, en una petición de matrimonio se da el siguiente diálogo:
„You don’t love me. „Perhaps not now, not yet totally, but it will come. All marriages are a process of falling in or out of love. Don’t worry, we shall suit each other very well in bed and out, and this marry will last“
Quizá la avanzada edad de la autora y el previsible riesgo de que sea ésta una de sus últimas creaciones, le han llevado, como sucede a algunas madres, a dejar “bien colocada” a su criatura, al detective que trata de conciliar la poesía con el trabajo policial. Así, ha decidido sacar de su soledad de viudo a ese oficial jefe de Scotland Yard, Adam Dalgliesh y casarlo con una scholar de Cambridge. Resulta de lo más divertido el capítulo en el que Dalgliesh va, acompañado de su novia, a pedir la mano de ésta a su suegro, el profesor Lavenham.
También intenta buscar la paz sentimental para la principal ayudante de Dalgliesh, la inspectora Kate Miskin.
[1]“Cuando te vayas a morir, llama a un cura. Procurará ayudarte en eso”
“Pero, supón que no sé que voy a morir”
“La gente normalmente lo sabe. Es el momento de empezar a marearte la cabeza con lo de Dios” [2]“Nunca vamos a beber al pub de Cresset Arms ni vamos a la iglesia” (Dijo la última frase con la autosatisfacción del que ha resistido la tentación de caer en un hábito peligroso)”
[3]“Pero tu no me amas”
“Quizás ahora no, no mucho, pero todo llegará. Todos los matrimonios consisten en un proceso de enamorarse o desenamorarse. No te preocupes, nos llevaremos bien en la cama y fuera de ella, nuestro matrimonio durará”
John Le Carré “A most wanted man” (*)
Con su elegante estilo literario, su ironía tradicional y su cada vez más acentuada crítica hacia el mundo que nos ha tocado vivir, John Le Carré nos ofrece su nueva novela “A most wanted man” De las cuatro obras que ha publicado Le Carré en lo que llevamos de siglo, dos de ellas dirigían sus críticas hacía temas más alejados de su acostumbrado mundo del espionaje internacional: “The Constant Gardener” (El Jardinero fiel), arremetía contra las prácticas de las grandes empresas farmacéuticas, y “The Mission Song” (La Canción de los Misioneros) trataba del expolio sistemático de los países africanos.
Aunque sólo fuera por el lugar de nacimiento del protagonista de ahora (hijo de ruso y de madre chechena) recordamos enseguida su anterior “Our Game”, que ya tuvimos el gusanillo de releer con motivo del enfrentamiento del año pasado entre rusos y georgianos por las fronteras de Abjacia y Osetia del Sur. La diferencia principal entre el protagonista de “Our Game”y el de esta última novela radica en que en la primera se trata de un aventurero, un conquistador de mujeres y de hombres, de un tipo de acción, seguro de sí mismo; mientras que, ahora, el fugitivo Issa es un joven desvalido que aparece en la ciudad de Hamburgo como si lo hubieran lanzado en paracaídas desde un avión fantasma.
Como sucede en otras novelas de Le Carré, hay en ésta más de un protagonista, en realidad se trata de un triángulo, cuyo vértice más estrecho corresponda quizá al joven Issa, pese a ser el detonante de la trama –algo así como el sastre de Panamá en la novela con este mismo título y del mismo autor.
El resto del reparto lo componen activistas islámicos, abogados, banqueros de dudosa moralidad, viejas amantes cargadas de misterio, policías, agentes secretos alemanes, agentes de la CIA, espías del MI6 inglés e, incluso, espías free-lance; y, sobrevolando todo el relato, la ominosa presencia de los secuaces de Putin, el recuerdo de las prisiones turcas de “El Expreso de medianoche” o el más reciente de la de Abhu Graib, Guantánamo o de otras, aún más secretas.
En el miembro de más edad dentro de ese triángulo, no podenos evitar el reconocimiento de las características del personaje más conocido de Le Carré, George Smuley, ese viejo cínico, irónico, cornudo y sentimental.
Como si la naturaleza siguiera empeñada en imitar al arte, el último día del año pasado traía El País una noticia, que no puedo evitar incluir aquí, al menos sus titulares:
España extradita a un checheno a Rusia sin garantías antitortura
La ONU y el Consejo de Europa, a quien la Audiencia Nacional encomendó su control, se desentienden del preso MANUEL ALTOZANO - Madrid - 31/12/2008
Pueden quedarle horas de estancia en España. El Consejo de Ministros acordó el pasado 12 de diciembre la extradición a Rusia del checheno Murat Ajmedovich Gasayev, acusado por la fiscalía de ese país de lesiones, asesinato y estragos terroristas, así como de integración en banda armada por formar supuestamente parte de un grupo guerrillero checheno. Pero Gasayev será entregado a las autoridades rusas sin que vayan a cumplirse las garantías contra torturas y tratos degradantes acordadas durante el estudio de su caso por la Audiencia Nacional…
(*) Plaza y Janés anuncia su publicación en castellano (y quizá en catalán) para febrero de este año.
“AFTER DARK” de Haruki Murakami
Es la primera novela que leo de este autor japonés y parece injustificado el retraso de su traducción La acción de la novela se desarrolla prácticamente en tiempo real, a lo largo de una noche en la que aparecen y desaparecen personajes muy variados.
No hay crímenes horribles en el relato, sólo una agresión, una muestra de violencia de género, violencia contra el género más débil como es habitual; también aparece algún tipo patibulario, pero todo queda en amenazas más o menos veladas. No obstante, los escenarios y los personajes solitarios, que vagabundean en la noche, consiguen dotar a la trama de un cierto aire inquietante. Contribuye a ello la aparición del narrador omnisciente con frases como “A aquellas horas el barrio funcionaba con sus propias reglas” o la de “el coche que recorre despacio las calles como si hiciera inventario”
No sólo destaca el autor en esos comentarios de observador de la noche, sino en las apostillas que coloca detrás de los diálogos de los personajes, unos diálogos aparentemente triviales pero expresados con precisión e intención, y que expresan claramente los sentimientos de estos solitarios tanto como sus propias palabras.
En los locales “abierto toda la noche” que recorren los jóvenes vagabundos hay una “iluminación anodina” y suena “una música ambiental inocua”.Puede que la música sea innocua, pero no insignificante: el título de la novela lo obtuvo Murakami de “Five Spot After Dark”, una pieza de jazz del trombonista Curtis Fuller: un instrumento, el trombón, de los menos habituales entre los solistas de jazz; y a cada nuevo escenario urbano, el autor le asigna la música más adecuada.
En suma, una grata sorpresa. Una novela que dada su extensión – no llega a 250 páginas- puede ayudarnos a pasar una de esas noches en que uno no puede o no debe dormir.
JGM
Estamos en la web, y hablando de nazis, pero por una vez al menos, nada que ver con la interacción social de Mike Godwin y su conocida ley de reductio ad Hitlerum, según la cualcualquier polémica prolongada en la red acaba con acusaciones de nazismo.
Desgraciadamente, la analogía entre los hechos sucedidos en Europa hace ya casi 70 años y el genocidio que los sionistas del estado de Israel están perpetrando en estos días contra los palestinos de Gaza, y desde hace décadas sobre el resto de los palestinos, nos lleva inevitablemente a la analogía con lo sucedido en aquella triste época.
Veamos, si no, las imágenes del estacionamiento previo a la invasión, de los imponentes tanques junto a la frontera de Gaza, ¿no nos recuerdan, acaso, a los de la Panzerdivisionen las horas previas a la invasión de Polonia?traen a la memoria los del gueto de Varsovia? y su demolición por los tanques camino del exterminio de los confinados al otro lado ¿no es lo que vimos en la películaEl Pianista de Roman Polanski?
¿No es, acaso, la historia del Estado de Israel una ocupación progresiva de la nación palestina, en una réplica de aquella demoníaca justificación de lebensraum de Hitler; la que le llevó a la anexión de los territorios más próximos hasta ocupar toda Europa? ¿No es lallamada a los judíos de otras partes delmundo a ocupar la “tierra prometida” lo que mueve e estos genocidas?
Otra muestra de esa coincidencia es el desprecio que estos bárbaros hacen del Derecho Internacional, burlándose de las resoluciones de Naciones Unidas, al igual que los nazis hacían caso omiso de las de la Sociedad de Naciones.
Está claro que es tiempo de elecciones en Israel, lo que tristemente lleva a que todos los partidos políticos respalden el ataque genocida;incluso los actuales gobernantes aumentan sus expectativas de voto cuanto más cruel es la represión, ¿Acaso no se han de buscar similitudes con el ascenso del NSDAP, que sacó en 1933, sólo los votos suficientes como para gobernar, pero que a medida que aumentaba su belicismo provocador no necesitó más elecciones, porque las hubiera ganado por aclamación?
Otro acto de oportunismo criminal ha sido el de aprovechar el interregno en la Casa Blanca norteamericana y las últimas barrabasadas políticas de ese mentecato sangriento que ha gobernado el “mundo” durante ocho años.
Basta una simple mirada al mapa pare ver que la franja de Gaza es un bocado apetitoso para ese Estado expansionista.
¿Pueden unos pocos cohetes explosivos, que apoyados en un tablón y lanzados “adonde caigan”, justificar esa masacre de mujeres y niños? ¿No resulta inverosímil que la única solución de uno de los ejércitos más poderosos y más tecnificados del mundo sólo sea la de invadir ese apetecible trozo de costa mediterránea. ¿No será, nos preguntamos, el tétrico Mossad, un servicio de inteligencia moralmente tansospechoso como tantos otros, el que guía esos cohetes artesanales?¿No ha mostrado el ejército judío su capacidad para destruir artefactos más complejos en vuelo?
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Los palestinos sólo tienen guijarros para enfrentarse a los tanques, y nosotros tenemos lo que decía otro poeta: la palabra, y nuestro deber es usarla en este combate tan desigual.
Una película reciente, la última de Ridley Scott, recuerda los versos del poeta inglés W. H. Auden:
“Las víctimas del mal
Responden con el mal”
¡OJO! , no vamos a negar la enorme tragedia del Holocausto, como hace ese irresponsable mandatario iraní; o a trivializarlo, como hacía el otro mal nacido, y peor muerto, dirigente austríaco, pero sí podemos evitar que los sionistas sigan utilizandolo para justificar sus crímenes.
La matanza indiscriminada de millones de seres de etniajudía, junto con ingentes masas de eslavos, gitanos, desvalidos mentales, comunistas, republicanos españoles y, claro está, de muchos alemanes indefensos, supone una tragedia históricamente inolvidable, como la de los armenios a manos turcas; pero, insisto, hemos de situarlo, simplemente,entre otro delos horrores de la historia, de forma que nadie pueda esgrimirlo como una excusa para repetir esos crímenes. No sepuede permitir a esos ciudadanos racistas que sigan utilizando la tragedia del Holocausto para martirizar a otro pueblo con excusas similares a las que tanto sufrir les causarana ellos.
Al fin y al cabo, los habitantes de Gernika no recibieron un solo marco por los destrozos de sus casas y la muerte de sus seres queridos. Los gitanos, a los que en este año se erige un monumento en Berlín, nunca han reclamado nada por su exterminio programado.
Parece que esta vez, el presidente de nuestro Gobierno y la vicepresidenta han mostrado su repulsa a la agresión sionista. Suponemos que el señor Rajoy se solidariza con las víctimas palestinas, porque se ha hecho el muerto.