Parece que el ex dirigente del PP, Pablo Crespo, iba, como los mafiosos de Hollywood, con un rollo de billetes grandes, pagando fraques, viajes y todo tipo de caprichos a los políticos del PP.
El señor Camps no tiene facturas que justifiquen su rico vestuario. ¡Claro!, los políticos son unos despistados que no saben dónde dejan los papeles.
Pero, ahí está el señor Juntacadáveres Trillo, experto en escurrir el bulto y eludir responsabilidades políticas, sociales y morales, que sale rápidamente al quite, pensando “peor fue lo mío”, y exige “soluciones” a la tienda de trajes. ¡Si no hay facturas, se inventan! ¿Acaso no acudieron a la imprenta para falsificar las papeletas electorales en Melilla y, pillados infraganti, aquel dirigente del PP, quizá el más simple ministro del Interior en la historia de los estados modernos, dijo que ¡los impresos están en Internet! ¡Toma!, y los billetes de banco, sólo hay que imprimirlos y dárselos al ciego de la esquina.
Pero, vaya, no se trata sólo de unos “trapos”, parece que el juez Garzón ha hallado un ingreso de 420.000 euros procedentes del fondo Gürtel en las cuentas del PP valenciano.
Sin embargo, fuera de las frenéticas llamadas a su sastre de cabecera, parece que el señor Camps se muestra tan tranquilo como su colega castellonense, el presunto multidelicuente señor Fabra. Y es que este político de gafas pinochetianas tiene una curiosa teoría, según la cual, las urnas, como el sacramento de la confesión, liberan de toda culpa o delito. Y si no, para eso están sus amigos, los jueces de la comunidad valenciana. No ha tardado el segundo más importante de los barandas de
Y es que lo de
Alguien me puede objetar, que no todos los jueces son así. Naturalmente que no, pero tampoco todos los alemanes eran nazis, y ya sabemos lo que pasó. El problema es que hace menos de un mes, los jueces se han agrupado para protestar, entre otras cosas, por las críticas del Ejecutivo a la actuación de un colega indolente; pero no son capaces de abrir la boca para denunciar el conservadurismo sectario de muchos de sus compadres.
Quizá el cinismo del presunto carcelario de Castellón se base en la pobre reacción de los ciudadanos ante todas estas tropelías. Parece que los españoles -junto con los italianos- sufrimos un generalizado “síndrome de Estocolmo”, una tendencia a ponerse de parte del delincuente, aunque éste haya atentado contra nuestros intereses. No se entiende sino, que tipos como “el Dioni” llegaran incluso a actuar en espectáculos públicos. Y, más recientemente, han aparecido en los prime time de la tele, sujetos como “el Cachuli” o aquel banquero de la brillantina, chantajista y estafador de altos vuelos.
¡En fin! Me pregunto si la princesita de El Escorial va a devolver el regalo de boda de Herr Gürtel?
JGM