2010-07-08
Un fantasma de la política: Rajoy
Se preguntaba Stephen Dedalus en ‘Ulysses’ :”¿Qué es un fantasma?
Un ser que se ha desvanecido hasta ser un impalpable,
por muerte, por ausencia, por cambio de modos.”
Parangonable al personaje de Joyce nos parece el señor Rajoy, de quien se preguntaba hace poco un periodista: ¿Existe Rajoy?
Pareciera que más que de un político real, se tratara de un concepto. Un argumentum ad homminem en las encuestas periódicas, donde lo que se cuestiona y valora, en realidad, es el trabajo del Gobierno. Añadamos que el personaje objetivado merece en esos estudios de opinión un suspenso continuado por parte de los entrevistados.
Desde que dejó de ser el ministro que cubría los marrones del peludo Aznar, Rajoy desapareció del mapa político: En la culminación de la campaña electoral de marzo del 2004, mientras Aznar soltaba sus patrañas, y el mayor responsable del desaguisado, el absurdo Acebes, preguntaba ¿pero qué ha pasado aquí?; todos ellos trataban de mantener al buen Rajoy metido en un armario, como para que el electorado pensara que el candidato a presidente estaba en la inopia, y no había tenido nada que ver con la catástrofe.
Y así ha seguido seis años más este hombre: En su segundo intento, se escudó enviando a los debates de la tele a aquel agiotista, que no aguantó dos asaltos al prudente Solbes; capaz de que si ganara Rajoy en 2012, indultara a Herr Gürtel y lo llevara al Ministerio de Economía, ¡qué ése sí que sabe de finanzas!
La consigna que repite ahora Rajoy a sus huestes es la del silencio: callar con la resolución del Estatut, cuando tanto ha ladrado su anticatalanismo hacia el sur para arañar algunos votos. Su táctica es no alarmar a los votantes de CiU por si tiene que pactar con ellos para gobernar en el futuro. Otra consigna es la callar o soltar basura -como la que ha enriquecido a sus mandatarios en Orihuela- contra los jueces o contra Rubalcaba, cuando sus políticos han convertido al Reino de Valencia en un lodazal: el último encausado es nada menos que el presidente de la Diputación de Alicante, el que faltaba en la cuerda tras Fabra y el Curita. Confiemos en que los ciudadanos valencianos se den cuenta de que a quienes han saqueado esos tres mandantes ha sido principalmente a ellos.
Parece que a pesar de los diez puntos de ventaja que las encuestas dan al PP frente a ZP, no las tienen todas consigo: ya se sabe, los cabreos del electorado tienden a lo efímero, y los avatares del destino son inescrutables.
¿Qué pasaría si de repente ZP, en quién han objetivado todos los males de España, cediera el cetro? Pues parece que ya han empezado a curarse en salud: la insípida señora De Cospedal ha comenzado una insidiosa campaña contra el venerable José Bono con el jotaramiresco método de enviar calumnias a sus periódicos favoritos, recortar los artículos, y enviarlos a algún juez amigo que esté de guardia, para que empicece a sonar el río. Parece que quien ha quedado con el trasero al aire es esa buena señora, a la que aparentemente han descubierto que aprovechó sus influencias para que enchufaran a su cónyuge en la Caja de Ahorros manchega.
Otro sustituto in pectore sería el ministro Rubalcaba, el mejor valorado por los ciudadanos. Imaginen que un buen día de estos, los descerebrados de la ETA se aburren de estar en la cárcel, empaquetan las armas y las envían por SEUR al palacete de La Castellana. ¡Ya cuentan con ello! Por eso, el gordito de Intereconomía y sus secuaces montan unos programas en los que unos supuestos televidentes vomitan sus insultos y sospechas sobre el político cántabro.
En fin, confiemos en que el neofranquismo que predican desde las catacumbas de la FAES no consiga proseguir lo que los votantes interrumpieron ante los disparates dell “padrino” de El Escorial.
JGM
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