La estadística es una disciplina con una base teórica matemática que, aunque no participe de la exactitud de esa ciencia, permite resultados con unos márgenes de error más o menos determinados. Se dice que la mayor parte de los desvíos se producen a través de la captación o el tratamiento de los datos.
Así pues, los estudios de opinión, encuestas o sondeos sobre la intención del voto de los ciudadanos no suelen equivocarse demasiado; los que si se equivocan a veces son los ciudadanos, los votantes.
Sucedió en Alemania, en 1933: se equivocaron los votantes, se equivocaron los trabajadores y se equivocó la clase política…y pasó lo que todos sabemos.
Parece que todos los sondeos sobre el voto futuro de los españoles apuntan a una vuelta del PP al poder. Bueno, en principio la alternancia es consustancial a la democracia y, sin duda, beneficiosa; pero, por favor ciudadanos, no elijáis a ese pasmarote de la política, a esa nadería ideológica. A ese hombre al que se sube a las barbas la troupe de chorizos del reino de Valencia, y al que ningunea la troupe de Madrid. El que no tuvo más remedio que destituir al tesorero de su partido; del que, tras su primera aparición como imputado, ha venido a decir su abogado a los ciudadanos algo así como que su defendido viajaba con tanta frecuencia a Suiza para escalar el Mont Blanc. ¡Chorizos desvergonzados!
Los sondeos sonríen al señor Rajoy, pero como comenta Rubalcaba con su ironía habitual, parece estar pidiendo desesperadamente la hora, como los equipos de fútbol que van ganando por la mínima. Podía parecer, sin embargo, que en las últimas semanas hubiera comenzado el señor Rajoy a salir de sus indecisiones, con el acompañamiento en su toma de posiciones de la número dos del PP, la señora de Cospedal. Así, la secretaria general de ese partido ha descubierto, con gran autosatisfacción, que el PP es el verdadero” partido de los trabajadores”. Ya sólo queda que los trabajadores se lo crean.
Rajoy, desairado por el gran capital, se ha desligado de él y muestra su desdén hacia magnates y directivos de las grandes corporaciones; que, a su entender, se han echado en brazos de Zapatero; al que han rogado que no haga caso a las peticiones del PP de nombrar sucesor y, mucho menos, a convocar elecciones anticipadas. Y el buen Rajoy asegura, desdeñoso, que las grandes productoras de empleo no son la banca del señor Botín, ni el poder de los demás grandes: la verdadera base de nuestra economía radica en las industrias familiares, la pequeña empresa y el comercio al detall. Parece que tras adscribirse al “partido de los trabajadores” lo va hacer al “partit dels botiguers ; seguro que este señor no ha caído en la cuenta de que un pulgar hacia abajo del Sr. Botín puede acabar en un plisplás con todas las trapisondas de Ruiz Mateos y otros mercaderes por el estilo.
Y es que el señor Rajoy, en su supino desconocimiento de la cosa pública, no sabe que en política está casi todo inventado, y que ha transcurrido más de medio siglo desde que el francés Pierre Poujade apelara a los "trabajadores independientes", a los "artesanos y comerciantes", a la Francia "de abajo" contra las "200 familias" para coadyuvar al fin de la IV república y el advenimiento de la V, la del general de Gaulle. Probablemente para cuando Rajoy y los suyos descubran lo que fue el poujadismo, ya habrá periclitado en Francia su sucesor natural: el lepenismo.
Naturalmente, nos consta que hay un gran número de votantes desilusionados, frustrados, golpeados por la crisis y desesperanzados por la política; ciudadanos que no sentirían el menor deseo de volver a votar a Zapatero. Vale; sus críticas al presidente como un optimista impenitente, un iluso dentro de un porvenir sombrío, o un impulsor de sueños, son totalmente admisibles, pero lo que no le se puede negar al presidente es que sea un demócrata, un demócrata también impenitente. Y ¿quién tiene en frente? A un grupo político que ansía a toda costa el poder, pero que no tiene el menor reparo en aceptar el apoyo de una jauría vociferante, de esas TDTs fachas “instaladas en el bramido- como dijo el filósofo-. De un político sombrío que lanza a sus perros de presa para que insulten, calumnien y traten de engañar a la opinión pública, como hace con ese vicesecretario de comunicación, que repite sus sandeces…¡ah, cuidado! tampoco los alemanes que acudían a la Bürgerbräukeller entendían bien el dialecto austriaco de Hitler, pero, como gritaba mucho, acabaron haciéndole caso.
JGM
*La foto de arriba corresponde a los boquiabiertos Rajoy y de Cospedal
*La foto del medio es de Pierre Poujade
.La última foto es del presidente Zapatero