Díaz y Gallardón ¿fascistas o idiotas?
¿Se trata de dos fascistas o de dos idiotas? Bueno, como
diría Paul Auster, “dos opiniones totalmente legítimas pueden ser
contradictorias”.
El ministro Gallardón, tras haber llevado a Madrid a dar con
el culo a las goteras, se elevó al Ministerio de Justicia y Gracia. Esta última
ya la aprovechó para indultar a un homicida borracho sobre el que pesaba una
merecida condena, pero que tuvo la “suerte” de encontrar un abogado defensor
que ¡oh casualidad, trabajaba en el bufete del hijo de este ministro tan
“gracioso”!
Este derrochador fastuoso, este malgastador, este
despilfarrador de los bienes que no eran suyos, pero los consideraba como
propios; salió del Ayuntamiento al que le había desterrado otro que tal
baila -el de los fastos padrinescos de
El Escorial- , para formar parte de la cúpula de un Gobierno, procedente toda
ella de un partido que a tenor de lo que aparece cada día en los periódicos –incluso
en los que les son afines- más se asemeja a una asociación de malhechores.
Al parecer, el ministro Gallardón, defiende no ya sólo el creacionismo del mundo
sino el del nasciturus, este último,
también, como una propiedad de ese ser supremo en el que apenas creen él y
cuatro viejas más.
¿Puede, entonces establecerse, en el mundo de las creencias y
en el del pensamiento, alguna diferencia entre este ministro y cualquier
granjero palurdo de Connecticut?
Bueno, sí, que el segundo se limita a desmochar panochas, a
acudir los domingos a su iglesia rural y a votar, si le dan el certificado, al Tea Party; mientras que este repipi,
este niño pera, del que su papá decía que era aún más fascista que él; se
intenta erigir en un jurisconsulto decisionista, en un remedo del Kronjurist Carl Schmitt.
Es decir, mientras que el primero introduce su voto, si
puede, en una urna, donde la papeleta se sentirá medio huérfana; el segundo, el
de la desmadrada monumentalidad faraónica, va a amargar la existencia, a
fastidiar la vida de millones de sus conciudadan@s, precisamente a l@s que le
han servido hasta hace poco con sus impuestos para mantener sus desmesurados dispendios.
(@ El bloguero se permite
esta licencia tipográfica,porque si bien son las mujeres las principales
perjudicas por las decisiones fascisto-sectarias del ministro, también, los
hombres que las acompañan las sufren, cada uno a su manera).
Pero, malquerido
ministro, es usted tan cínico como para pasar por alto que las mujeres
de su banda, cuando lo creen pertinente, les importa un
bledo sus rancias creencias y se largan a abortar a Londres, para de
paso, comprarse
un sweater de angora en Harrods.
Claro que a usted esas mujeres no le importan, las considera
fieles que ya han comprado, con buen dinero, su parcela en el paraíso. A las
que hay que salvar del pecado es a los otras, a la mayoría; y si sufren ¡que se
jodan! como dijo una vez una correligionaria suya.
La otra duda radica en el ministro de Interior, que en una
declaración hecha hoy (7/5/2013) en rueda de prensa, ha afirmado que:
El aborto “tiene algo
que ver” con ETA, “pero no demasiado”
(Titular de El País).
Tras
su declaración, Díaz ha aprovechado para apoyar al ministro de justicia, Alberto Ruiz
Gallardón, en la reforma de la ley del aborto. "Estoy totalmente de
acuerdo con la opinión del ministro de Justicia. Apoyo de la A a la Z todo lo que dijo y cómo lo
dijo"
Creemos que si el ministro Gallardón no ha
salido a decir a la prensa: “mire, yo no tengo nada que ver con esas declaraciones
de mi socio”, es quizá, porque el ministro justiciero se sentirá complacido con esas memeces.
Díaz
es un ferviente católico, que según nos
cuenta El País de las fechas mencionadas, hace que sus colaboradores –que dado
el clientelismo político al uso imaginamos legión- diseñen su agenda para que no falte ningún día
a misa.
La
declaración de hoy, unida a la que hizo el pasado marzo, y que tanto indignó a los
colectivos de homosexuales al asegurar que los matrimonios entre personas del
mismo sexo "no
garantizan la pervivencia de la especie", podrían servir para que un
jurado integrado por prestigiosos miembros de la biología, del Derecho, y de
las demás Ciencias sociales, dictaran un veredicto que llevara aparejada una
sentencia, bien para ser cumplida en una institución mental, bien para
obligarle a asistir con regularidad a una escuela pública de EGB.
Pero
no frivolicemos, fascistas o idiotas, o ambas cosas; se trata de dos tipos
peligrosos para nuestra sociedad.
¿Y
quienes son sus principales víctimas? Las de siempre, las mujeres. Más de la
mitad de la población.
JGM