2008-12-22

Los almuerzos de Rajoy


Dicen que el presidente Zapatero tiene “baraka”; sus opositores hablan de suerte inmerecida. A veces, los avatares de la historia favorecen a los políticos en el poder, pero no parece que haya sido en el caso de Zapatero. Los resultados de las últimas generales parecen indicar que en las de 2004 hubieran conseguido un resultado similar, aun sin el concurso de las bombas salafistas, algo que parece haber comprendido de una vez la dirección del PP y sus “mundanos”. Otros dicen que si se hubiera precipitado la crisis económica antes del 14-M , otro gallo les hubiera cantado -de ahí que el Presidente hubiera evitado la palabra fatídica en su campaña-. Un argumento poco verosímil, ya que parece demostrado que, en tiempo de vacas flacas, los electores prefieren las seguridades socialdemócratas a las migajas de la riquezas que pueda ofrecer el ultraliberalismo, véase si no cómo, en sus momentos más bajos, Felipe González venció a Aznar en 1993, con la crisis encima.
Quizá fuera más certero centrarse, en lugar de en esa “bendición divina”, en la “desgracia” de su oposición. Ahí, sí mostró su olfato Rodríguez Zapatero, cuando desdeñó cualquier alianza para la iniciada legislatura.
Veamos: a su izquierda, quedan los restos de IU, una coalición a la que Ley Electoral y la genética desagregante de sus miembros abocan a la insubsistencia -acaban de elegir como coordinador a un comunista (así, con su devaluada marca de fábrica), que incluso antes de ser elegido, y volviendo a aquella manía carrillista,
habla ya de convocar una huelga general.
Entre los grupos nacionalistas, parece que quien más quebraderos de cabeza produce al PSOE es el PSC, sus compañeros catalanes de partido; pero al final todo quedará en una riña familiar.
Y, por fin, el gran partido de la oposición, con el señor Rajoy al frente.

Cuando Aznar desveló a su “tapado”, Rajoy, uno recordó el nombramiento de Tiberio Claudio como emperador de Roma, una solución a las conjuras contra otro Tiberio y Calígula.
Rajoy, que en su trayectoria ministril había actuado como “comepiedras” del pre
sidente, se ve ungido por el dedo de éste y, claro, nadie rechaza un dulce.

Fueron dos derrotas muy duras, una como favorito y la otra como aspirante, que mostraron todo su dramatismo en la patética aparición en la tele, junto a su esposa, tras el segundo fracaso electoral. De seguir en la cabecera de la lista, todos preludian una tercera debacle. Ya se sabe que Aznar venció a la tercera, pero el héroe de las Azores tenía más carácter, es decir, más mal carácter a pesar de sus risotadas.

Si hay algo que nos parece admirable en el señor Rajoy es su sinceridad ante los micrófonos: hace poco dijo que la parada militar en homenaje a las Fuerzas Armadas le parecía una tabarra; asunto en el que coincidimos la mayoría de los españoles a excepción del núcleo más duro de su partido, que sigue considerando al Ejército como la columna vertebral de la patria.
Su última declaración en la televisión pública parece más reprochable, pues dijo que no había acudido a la votación final de los presupuestos generales para 2009 porque había quedado para un almuerzo.
Se considera que la función principal de los parlamentos, dentro de su control al Gobierno, es evitar en lo posible que éste proponga unos presupuestos a la medida de sus propios intereses políticos. De ahí que las disputas parlamentarias resulten muy enconadas en este tema.
Pero el señor Rajoy comentó a posteriori que creía que todo el pescado estaba vendido y que no merecías la pena darse una vuelta por la Carrera de San Jerónimo (la votación se resolvió por un solo voto y estuvo al borde del empate porque una diputada socialista se quedó atrapada en un ascensor del edificio del Congreso; también sucedió que otro diputado del PP voto a
favor, por error).
Ya le gustaría a la mayoría de los ciudadanos, votantes o no del PP, poder dejar de ir al trabajo pretextando un almuerzo.
Y cuál era el motivo de ese almuerzo tan trascendente, pues una reunión con el señor Mayor Oreja (me viene a la cabeza que este político llegó una vez tarde a una votación de los presupuestos vascos, haciendo que los nacionalistas consiguieran la aprobación tras varios años de prórrogas).
Pues parece que el asunto del otro día era proponer a este antiguo ministro de Interior como cabeza de lista para las próximas europeas. Resulta chocante que esa elección se resuelva en la cabeza de Rajoy entre el alcalde Gallardón –considerado por muchos como un demócrata, representante de una derecha moderna y moderada- y este residuo cavernario del aznarismo, por no dec
ir del franquismo.

Así pues, parece que al PSOE le basta con observar desde lejos lo que sucede en el principal partido de la oposición y entre sus múltiples presidentes:

-La indolencia política y la incapacidad resolutoria del actual presidente del PP.
-Las declaraciones patibularias del presidente fundador Fraga.
-Las recurrentes y rencorosas apariciones del presidente de honor del PP, el señor Aznar, lanzando su aguijón sobre su desagradecido pupilo gallego.
-La pugna entre Gallardón y la presidenta de la Comunidad de Madrid: una mujer ambiciosa, astuta, inculta, atrevida, ávida de poder, y dispuesta a no ceder ante ningún enemigo.

Un panorama propicio para que el presidente Zapatero siga mostrando su facetas más optimistas

JGM.

2008-12-11

El Día de la Inmaculada


El fragor desatado en la Primavera de los pueblos trajo consigo cierto despertar de las mujeres, algunas de las cuales se organizaron para reivindicar derechos políticos y derechos de género; muchas no sólo actuaron como compañeras del revolucionario, caso de Anita Garibaldi, sino de forma más independiente de los hombres, ya fueran las Vésuviennes o la indómita George Sand.

El beatísimo, y hace poco nombrado santísimo, Papa Pío IX, al que el comienzo de esa época fulgurante hizo salir por píes de Roma hacia la napolitana Gaeta, mientras los austríacos, que lo acusaban de “liberal”, ocupaban Ferrara., fue quien, quizá alarmado por el revuelo que podía organizarse en la mitad de su rebaño, decidió equiparar a todo esa mitad del género humano con la madre de Dios, de su dios.
Y aquí viene el intríngulis de la cuestión. Sabida es la extravagante manía que le tiene esa gente a la función sexual de los humanos, para la que el menor roce entre las gentes no es pecatta minuta; algo que convierte el pecado original en el pecado carnal. Así pues, aquel santo beato no podía imaginar a la
madre de Dios ni al hijo humanizado de éste, como frutos del pecado venéreo y decidió remediarlo.
Para ello, decidió este intelectual católico (¡otro!), reinante en época tan convulsa, luchar en varios frentes a la vez. Por un lado, denostaba de todas las derivas del enciclopedismo, hasta el punto de incluir en sus proclamas una tipología de aberraciones laicistas que ni el obispo Rouco podría enumerar. Por otro lado, intentaba que las mujeres permanecieran en su papel de madres amantísimas.
La conclusión del Pontífice fue hacer una declaración solemne que incluyera no sólo a los nuevos ismos sino también la irrefutable virginidad de la madre de Dios Parece ser que alguno de sus colaboradores –entre ellos nuestro Donoso Cortés- debieron decirle que no juntara churras con merinas; y así apareció por un lado el “Syllabus” como un apéndice que acompañaba a la encíclica Quanta Cura y, por otro, la bula Ineffabilis Deus, en la que se establece no sólo esa virginidad innegable
de María de Nazareth sino también la de su madre santa Ana.
Para que no quepa duda de la certeza de la afirmación, el propio Papa Pío Nono inventa el concepto de la infabilidad papal para sus dogmas.
La lógica del suceso es que, dado que los Evangelios no dudan del embarazo de María y del alumbramiento en el cobertizo de Belén, su concepción a petición del Arcángel la convertiría en la primera madre, el primer vientre, de alquiler de la historia.
Para reforzar esa leyenda los padres tridentinos instaron a los artistas a utilizar como modelos para la Virgen a muchachas impúberes y, para san José, a ancianos venerables, sin recordar aquel refrán cas
tellano de que “antes pierde el viejo el diente que la simiente”.

Llama la atención, con lo fácil que les resultaba a los griegos resolver las relaciones carnales entre dioses y humanos, la dificultad de estos cristianos para resolver esas cuestiones. Para los griegos, tras el sicalíptico encuentro de Leda con Zeus, padre de todos los dioses, Hermes pone los huevos resultantes entre los muslos de Leda para que lo “alumbre”. De cada huevo nacen dos mellizos, dos divinos y dos humanos.

La larga historia del cristianismo ofrece teorías más extravagantes para solucionar este problema; así, Agustín de Hipona, otro intelectual católico avant la page , proponía que la Virgen concibió a Jesucristo por una oreja - una historia que nos recuerda las audaces y lúbricas tentativas de un personaje del mexicano Fernando del Paso para con su prima, en la novela “Palinuro de México”.

La diferencia hoy día es que el Estado moderno griego no celebra con tanto boato oficial el alumbramiento de aquel “huevo”. Pero nosotros sí:
Los avatares de la historia hicieron que prácticamente coincidieran el día de la proclamación de la Constitución de 1978 (6 de diciembre) con el día de la proclamación de la virginidad de María de Nazareth y de su madre (8 de diciembre) ; y como esa separación entre conmemoraciones tan solemnes llama a un “puente” festivo en lo laboral; que si cae en mitad de la semana puede llevar a cinco días de asueto y, para los más espabilados, a toda la semana, hizo pensar a los políticos constitucionales en, si no hacerlas coincidentes, sí en hacerlas correlativas.
El Poder civil instó al Poder vaticano a mover su efemérides, y éste se negó, aduciendo como que ellos llegaron primero. Los empresarios, quizá los más perjudicados, se resignaron, con la excepción de los industriales de la distribución, probablemente liderados por el “gran almacén”, que aprovecharon la ocasión para separar la fiesta de la madre del hijo de Dios de la madre de los terrenales, y trasladaron la fiesta de esta última al mes de Mayo, un mes donde no se abarrota el consumo de regalos como ocurre en los treinta días entre el ocho de diciembre y el seis de enero.

Y aquí estamos, con una Constitución laicista en su letra y como si no hubiera transcurrido un milenio desde los sucesos de Canosa.

JGM

Arriba: "Inmaculada Concepción" de Murillo. Oratorio de San Felipe. Cádiz
Abajo: "Leda y cisne" Museo Matthiesen N.Y.

2008-12-02

Toros sin defensas


El castizo y chuleta Defensor del Pueblo ha soltado ¡en la COPE! otra de sus barrabasadas. Ha venido a decir ahora que los que estamos en contra de ese ritual salvaje, de las corridas de toros, somos tontos.
No voy a responderle diciendo que él a mi me parece un gilipollas, no, porque no creo que lo sea, pero sí pienso que como político, como político profesional, no le han movido nunca más intereses que los propios, los de su ambición personal. Probablemente fuera determinante esa semejanza con el que lo eligió para el cargo, el cada vez más sospechoso criminal de guerra, del que ahora aparecen pruebas fehacientes de haber ayudado a llevar al suplicio a tantos “presuntos terroristas”, sólo por plantar las pezuñas en la Mesa Oval.

Volviendo al “ombudsman”, creo que su trayectoria en la política activa no puede ser más turbia: comensal con los militares armadistas pocos días antes de la siniestra bufonada de Tejero et al, fue requerido como testigo al juicio de los golpistas –uno de los principales imputados le incluía en la lista virtual de de ministrables de Alfonso Armada.
Quizá por su judaísmo ancestral fue de los defensores a ultranza del establecimiento de relaciones con Israel, sin exigir ninguna contrapartida para favorecer el fin del conflicto judeo-palestino, por lo que muchos lo calificaron como “sionista”..

Una vez apagados los revuelos del 23-F, fue nombrado ministro de Justicia, y cuando Felipe González le comunicó su cese, dos años y pico después, no se lo podía creer: “Yo” “A mí” decía incrédulo y ofendido.

En el año 2000, fue elegido por Aznar para el cargo de DP- habría que conmoverse con la ingenuidad del PSOE por consensuar esa propuesta, si no fuera porque, ya en el Poder, apoyó su reelección en 2005. Ante su selección por Aznar, un cínico Zaplana vino a decir que tenían más candidatos “socialistas” en otra terna: el meapilas Vázquez, el apagacirios Bono o el irascible nacionalista español Rodríguez Ibarra. Afortunadamente, parece que los tres están a punto de abandonar la política, a no ser que a Bono se le ocurra formar el “ticket” con su amigo Gallardón para las próximas generales.

Creo que el apoyo del PSOE a este político, cuya deslealtad era ya notoria entre sus camaradas de última hora en el PC, es una más entre las explicaciones que el PSOE tendrá un darnos un día a sus votantes.

JGM