2011-08-25

Del binestar al malestar



Incluir en la Constitución española límites al déficit nos parece un tremendo error, no sólo por lo impopular de la medida cara a las próximas elecciones, sino por lo que significa como apuntillamiento del Estado de bienestar. Alguien dirá que cuando vuelvan las vacas gordas se puede revisar otra vez la Constitución y eliminar ese artículo; sí, claro, pero ya sabemos que en más de treinta años sólo se ha modificado una vez, y eso por imperativos de la UE. Además, suponiendo que acierten los pronósticos y llegue a gobernar “don Tancredo” (Maruja Torres dixit), la cosa se pondría aún más difícil.

Si bien los gérmenes del Estado de bienestar comenzaron en la segunda mitad del XIX, fue a partir del fin de la II GM cuando se materializó en su forma actual. Durante más de medio siglo ha sido el antídoto contra el “malestar social”, que antes de esas fechas condujo a dos guerras mundiales, a los totalitarismos fascio-nazis y, paradójicamente, al largo periodo del "socialismo real" en los regímenes comunistas.

¿Qué parece ocurrir estos momentos?, quizá que Alemania, cuya maquinaria de guerra asoló a Europa en esas dos guerras globales, intenta ahora someterla con su economía. Habría que recordarle a Frau Merkel que ha sido su país el mayor beneficiario de la unión de los países europeos y, sobre todo, de la creación del euro (un corsé para las posibles defensas monetaristas de los otros estados). Tampoco estaría mal reconvenir a su enemigo secular y hoy socio, el señor Sarkozy, que se ha visto sorprendido por la declaración de los mayores millonarios franceses sobre una subida de impuestos a las grandes fortunas, y a los que inmediatamente ha tomado la palabra.

Probablemente las declaraciones de lo millonetis franceses y norteamericanos no estén solamente fundadas en razones de justicia social, de reparto más equilibrado de la riqueza, sino en el convencimiento de que la paz, el bienestar social, no sean algo que alcance sólo a los ciudadanos más desfavorecidos, sino que redunde en el bienestar de toda la sociedad, el la reducción de temores y conflictos en todos los segmentos sociales: medidas de seguridad, guardianes privados, fortificación de viviendas, falta de libertad de movimientos, psicosis de peligros desconocidos, etc.

Quizá una de las enseñanzas de la interesante película documental de Michael Moore, Bowling for Columbine, sea la comparación que hace sobre el uso de las armas entre dos países tan próximos en su geografía y en sus habitantes. Los índices de posesión de armas per capita canadiense son superiores a los norteamericanos, sin embargo el uso violento de esas armas contra las personas es notablemente más alto en los EE.UU. La conclusión de Moore es que los canadienses están mucho más protegidos, más asistidos, por el Estado que sus vecinos del sur. En suma, que el deterioro físico y moral de los más desfavorecidos conduce a estos a los actos más desesperados.

Confiemos en que los padres de la patria sean juiciosos y dejen, por esta vez, la Constitución en paz, o que al menos nos permitan opinar en referéndum.

Julio G Mardomingo

Fotos:

Arriba: John Maynard Keynes en 1946 Abajo: Michael Moore

2011-08-21

La asturina y el fútbol


“Tous les drapeaux ont été tellement souillés de sang et de merde qu’il est temps de n’en plus avoir, du tout!”

"Todas las banderas están tan llenas de sangre y de mierda que ha llegado la hora de acabar con todas ellas." (Correspondencia de Gustave Flaubert a George Sand, julio de 1869)

El pasado julio, en un partido de fútbol frenético, la selección sub-21 le zurró al equipo checo. Al subir los jugadores a la tribuna a recibir su trofeo, el entrenador Ginés Meléndez, arrebató bruscamente al jugador Muñiz la bandera de la Comunidad de Asturias que llevaba sobre los hombros.

Uno se pregunta a que viene ese gesto agresivo. ¿Por qué no puede lucir el chico la bandera de su tierra?

Bien está que luzcan el mismo uniforme para no confundir al árbitro, pero acabado el partido, qué más da lo que lleven puesto los jugadores. ¡Mandar por mandar!

En España, la enseña nacional debe sobresalir sobre todas las que la acompañen, que no pueden lucir solas. Recuerdo aún una pugna que hubo hace algunos años en Euzkadi –“la guerra de las banderas”-, cuando un alcalde nacionalista se negó a cumplir esa norma, enfrentándose al Poder Central; resultado, el edil decidió que ese año no habría banderas, ¡Bien hecho! ¡vive dios!

En nuestro país, parece que ese culto a la tela rojigualda es uno más de los detritus del franquismo, de todo aquello: la jura de bandera, el saludo a la bandera –en los años de plomo, los ciudadanos que caminaban por las calles cerca de un cuartel estaban obligados a pararse en los toques de subir o bajar ese símbolo y saludarlo brazo en alto-. En fin, eran los tiempos de banderita tú eres roja, banderita tú eres gualda.

En uno de sus frecuentes excesos, el expresidente Aznar junto con el melifluo alcalde Del Manzano decidió plantar una bandera desmesurada en la madrileña plaza de Colón (290 metros cuadros de superficie y 25 kilos de peso.

En España es un delito tipificado quemar la insignia patria (Artículo 543 del Código Penal). ¿Es acaso esta estandartelatría un síndrome generalizado? Pues mire, no. Quizá sean los Estados Unidos el país donde hay más banderas que hogares (puede que les gane Turquía, que tiene muchas carreteras jalonadas de puestos de melones, cada uno con la bandera Ay Yıldız -creciente y estrella- en lo más alto de sus lonas). Pero atención, en ese país –en EE.UU-, el Tribunal Supremo decidió que la quema de la insignia patria no era un delito, sino un acto de libertad de expresión. Muchos hemos podido ver, también, las tiendas de recuerdos de la demodé Carnaby Street, en Londres, donde venden, tangas, slips y rollos de papel higiénico impresos con la Union Jack. Tampoco faltan las cajas de preservativos con la efigie de la prole de los Windsor y sus cónyuges.

Parece que nuestra democracia esté más cerca de la turca que de la de los anglosajones y sus primos hermanos. Véase, si no, el recibimiento institucional que esta semana le ha dado un Estado formalmente laico al guru de esa secta romana.

J G Mardomingo

2011-08-02

"PPastuchi" en Majadahonda




E
n un pleno municipal reciente de Majadahonda, UPyD
, como buen submarino pepero, lanza el golpe y el portavoz del PP lo remata. El objetivo hoy es Bildu y, como siempre en esa gente, la entronización generalizada de la “bandera”, la enseña que les pertenece por decreto franquista-clerical. El partido de la rencorosa señora Díez pide una condena imprecisa contra Bildu; el PSOE, al que parece que el batacazo electoral ha dejado en la inopia, dice que “bueno”, pero los dos concejal@s de IU-Los Verdes, no ven motivada la propuesta y así lo expresan, absteniéndose en la votación.

Es el momento en el que el portavoz del PP, el señor Javier Caballero, tercer teniente de alcalde, les acusa de defensores del filoterrorismo.

Ya fuera del Pleno, en los pasillos, le recordaron a ese edil las, al menos trescientas mil, víctimas de la dictadura del general Franco, a lo que respondió: “no es lo mismo, no es lo mismo”. Naturalmente que no lo es, ambas masacres nos parecen igualmente execrables, pero la diferencia radica en que los verdaderos demócratas condenamos los muertos por ETA mientras que la gente de ese partido se niega a reconocer los de Franco e, incluso, intenta impedir la exhumación de los fusilados y persigue innoblemente al juez Garzón.

Todo esto sucede en un municipio, el de Majadahonda, donde la derecha, y el PP en particular, tantas cosas quisiera ocultar.

En junio de 1939, el alcalde socialista Candelas Gregorio Millán fue fusilado por los vencedores fascistas. Junto a él murieron o desaparecieron otras treinta personas, lo que significaba diezmar la población del entonces minúsculo pueblo. El Ayuntamiento actual, dominado por el PP, se opone a dedicar una calle del pueblo al demócrata asesinado.Y es que para esta gente tan sectaria, los muertos que no son de su bando no cuentan (que se sepa, nadie de Bildu ha asesinado a un semejante, algo que no puede decir ese Caballero de algunos gerifaltes de su partido. Baste recordar a su presidente fundador, el señor Fraga Iribarne, el mismo que, en 1962, asintió impertérrito en Consejo de Ministros que autorizaba el asesinato del comunista Julián Grimau, tras haber sido torturado y defenestrado por los sicarios de la BPS; o que se jactaba de haber vejado públicamente a las esposas de los mineros del Nalón; por no hablar de otros crímenes de los que, al menos, le alcanzaría la responsabilidad política).

Volviendo al final de la guerra, sabemos que al asesinado alcalde Millán, le sucedieron otros del gusto falangista-militar-clerical. Se dice de uno que gobernó el municipio muchos años, que recorría sus posesiones a caballo, unas posesiones que las malas lenguas suponían pertenecientes a los fusilados o desaparecidos.

Pero tampoco hay por que ir tan atrás. En 1998, el penúltimo alcalde franquista de Majadahonda, Arturo Sanz Millán (1967-1977), tuvo que dimitir irrevocablemente de su cargo como presidente del Palacio de Congresos y Exposiciones, por ser presidente también de un consorcio fraudulento de gasolineras de Majadahonda.

Ricardo Romero de Tejada fue alcalde de Majadahonda hasta que dimitió en 2001 para ocupar cargos más jugosos. En 1999 un Juzgado de Majadahonda encontró indicios de un presunto delito medioambiental y de una infracción del Código Penal en la ejecución de un campo de golf en el municipio. Pero quizá la operación más llamativa de este personaje fuera su presunta implicación en la trama que permitió a Esperanza Aguirre usurpar la presidencia de la comunidad madrileña: quizá el hecho más insidiosos en la reciente historia de nuestra democracia: La prensa nos informó de cómo en la primavera del año pasado, el tránsfuga Tamayo se presentó intempestivamente en la sede de la presidencia de Madrid “para hablar de Romero de Tejada”.

El último pájaro que ha volado sobre esa alcaldía ha sido Guillermo Ortega, que fue destituido fulminante por la presidenta Aguirre por “razones de salud” (del alcalde, se supone). En 2009 fue imputado por el juez Garzón por corrupción (en siete años, entre su esposa y él, matricularon 26 vehículos a su nombre, muchos de ellos de lujo: Jaguar, etc.)

Y con ese triste y delictivo palmarés, ¡se atreve el teniente de alcalde del PP a calumniar a nadie! Confiamos en que ese filo-mayororejista haga honor a su apellido y presente sus excusas a los injuriados.

* * *

Quizá el fondo de esa conducta calumniadora radique en la impotencia ante los resultados alcanzados por la coalición Bildu en las recientes elecciones municipales: (276.134 votos; 25,45% del censo; lo que convierte a esa coalición en la primera fuerza, por el número de concejales, de Euzkadi, y tercera en Navarra.

En su obtuso nacionalismo centralista, no entienden lo que tan claramente expresó Ortega y Gasset: que el problema de la invertebración de España no es el de los pueblos que reivindican su identidad, sino de los castellanos (nacionalistas centralistas) que se la niegan porque sí.

Imagino el berrinche que sufrirán esos patriotas centralistas ante la actuación de ayer del diputado general guipuzcoano electo, Martín Garitano, reconfortando a los familiares de los presos de ETA.

Pero ¿qué ha pedido Garitano? 1) El acercamiento de los presos a sus familias (no es lo mismo la dispersión por táctica anterrorista que el alejamiento a lugares remotos a los de sus familias). 2) Un trato humanitario para los presos incurables. 3) La derogación de la doctrina Parot, que constituye de facto, la cadena perpetua, algo prohibido en nuestra Constitución. Muchas son las dudas de magistrados y constitucionalistas sobre esa lectura excepcional de las leyes, pero recordemos el principio del Derecho penal de in dubio pro reo. Parece que esta gente sólo se acuerda de los derechos humanos cuando se trata de Cuba.

Julio G. Mardomingo

Fotos:

Arriba. Pablo de la Torriente Brau. Internacionalista cubano muerto en combate en Majadahonda

En medio. Candelas Gregorio Millán. Alcalde de Majadahonda fusilado por los fascistas en 1939.

Abajo: Guillermo Ortega, alcalde del PP hasta 2005