Incluir en la Constitución española límites al déficit nos parece un tremendo error, no sólo por lo impopular de la medida cara a las próximas elecciones, sino por lo que significa como apuntillamiento del Estado de bienestar. Alguien dirá que cuando vuelvan las vacas gordas se puede revisar otra vez la Constitución y eliminar ese artículo; sí, claro, pero ya sabemos que en más de treinta años sólo se ha modificado una vez, y eso por imperativos de la UE. Además, suponiendo que acierten los pronósticos y llegue a gobernar “don Tancredo” (Maruja Torres dixit), la cosa se pondría aún más difícil.
Si bien los gérmenes del Estado de bienestar comenzaron en la segunda mitad del XIX, fue a partir del fin de la II GM cuando se materializó en su forma actual. Durante más de medio siglo ha sido el antídoto contra el “malestar social”, que antes de esas fechas condujo a dos guerras mundiales, a los totalitarismos fascio-nazis y, paradójicamente, al largo periodo del "socialismo real" en los regímenes comunistas.
¿Qué parece ocurrir estos momentos?, quizá que Alemania, cuya maquinaria de guerra asoló a Europa en esas dos guerras globales, intenta ahora someterla con su economía. Habría que recordarle a Frau Merkel que ha sido su país el mayor beneficiario de la unión de los países europeos y, sobre todo, de la creación del euro (un corsé para las posibles defensas monetaristas de los otros estados). Tampoco estaría mal reconvenir a su enemigo secular y hoy socio, el señor Sarkozy, que se ha visto sorprendido por la declaración de los mayores millonarios franceses sobre una subida de impuestos a las grandes fortunas, y a los que inmediatamente ha tomado la palabra.
Probablemente las declaraciones de lo millonetis franceses y norteamericanos no estén solamente fundadas en razones de justicia social, de reparto más equilibrado de la riqueza, sino en el convencimiento de que la paz, el bienestar social, no sean algo que alcance sólo a los ciudadanos más desfavorecidos, sino que redunde en el bienestar de toda la sociedad, el la reducción de temores y conflictos en todos los segmentos sociales: medidas de seguridad, guardianes privados, fortificación de viviendas, falta de libertad de movimientos, psicosis de peligros desconocidos, etc.
Quizá una de las enseñanzas de la interesante película documental de Michael Moore, Bowling for Columbine, sea la comparación que hace sobre el uso de las armas entre dos países tan próximos en su geografía y en sus habitantes. Los índices de posesión de armas per capita canadiense son superiores a los norteamericanos, sin embargo el uso violento de esas armas contra las personas es notablemente más alto en los EE.UU. La conclusión de Moore es que los canadienses están mucho más protegidos, más asistidos, por el Estado que sus vecinos del sur. En suma, que el deterioro físico y moral de los más desfavorecidos conduce a estos a los actos más desesperados.
Confiemos en que los padres de la patria sean juiciosos y dejen, por esta vez, la Constitución en paz, o que al menos nos permitan opinar en referéndum.
Julio G Mardomingo
Fotos:
Arriba: John Maynard Keynes en 1946 Abajo: Michael Moore