La política europea contaba hasta hace poco con dos payasos:
el payaso jocoso, el italiano, y el payaso serio, el español. De momento sólo
queda el último, aunque parece que lo del otro fue un simple receso.
Triste presente el nuestro con este hazmerreír de los
políticos europeos. Un don nadie, que rodeado de una banda de incompetentes,
chorizos, macarras y fascistas, tiene a la ciudadanía todo el día en la calle
protestando sus desafueros.
¿Qué hicimos para merecer esto? Lo normal. Sabido es que al
PP vota en masa toda su clientela política; incluso, en las
últimas elecciones, lo votaron algunos incautos persuadidos de su demagógico y cínico
anuncio para acabar milagrosamente con la crisis –cierto es que recibió menos
votos que cuando todo iba viento en popa, en 2008.
¿Por qué le vota la derecha incondicionalmente? Sencillo,
no se trata de una ideología “liberal” como la que predicaba la autodepuesta
presidenta de la CAM (explicará ésta algún día su maridaje con el multipresunto delincuente Ferrán?). No, la
ideología de esta casta no figura en los tratados de Sociología Política; consiste simplemente
en sustituir el título del viejo poema del venerable William Morris, “All for the cause” por “All for the dough” (Todo por la pasta), porque no hay nada que una tanto a cierta
gente como el afán de lucro.
Pero a las fuentes que adornan lo de la pasta tambiébn hay que mimarlas, y ahora el desvelado fascista Gallardón
intenta satisfacer a su clientela de castrados castradores córvidos, no sólo aumentando
sus ya enormes privilegios sino reforzando sus estúpidos afanes por
desexualizar a toda la sociedad: aborto, divorcio, matrimonio homo, píldoras del
día después, separación de los niños por sexo. Pero esos son demonios
particulares de Gallardón y del ridículo Wert para corresponder al apoyo moral
e ideológico de esos palurdos con sotana.
Lo cierto es que pese a los viajes de estas dos momias
políticas al pleistoceno, lo que a la mayoría que apoya estos desafueros importa es
el dinero, afanar todo lo posible.
Y aquí estamos viendo como desvalijan el Estado de
bienestar, que era de todos, para entregar los despojos a sus amigotes. Han
empezado rápido, como suelen hacer todos los gobiernos despóticos. ¡Y aún les
quedan tres años, y los que pueden seguir si esto sigue así!
¿Cómo llegamos a esto? Bueno, primero lo expuesto más
arriba, la derecha vota como una piña al grito de enrichissez-vous! Y vaya si se enriquecen,
naturalmente a costa de los de siempre, de la mayoría de los ciudadanos:
trabajadores, pensionistas que cotizaron toda su vida laboral, desvalidos, etc.
Mirado
el censo electoral, Rajoy apenas obtuvo un tercio de votos, casi tanto como los
que hubiera sumado la abstención más los votos en blanco y los nulos. Manos o
menos el porcentaje que obtuvo Hitler en noviembre de 1932 (bajó un 4,2% con
respecto a las anteriores elecciones de ese mismo año).
Y todo ello a
pesar de los votos de los desmoralizados por la crisis, de los descontentos con
Zapatero y de los ingenuos que creyeron
las patrañas de esa estatua de sal. Con todo, obtuvo 700.000 votos
menos que en 2008.
¿Qué
ocurrió? Pues que la izquierda democrática se desmoronó. El catastrófico final
de la segunda legislatura socialista hastió a una parte de su electorado, que
el 20-N decidió quedarse tomando el sol con los chicos del 15-M en la Puerta del Sol. Quizá falló
la ética de la responsabilidad.
Algunos siguen diciendo entusiasmados que ¡la web está que arde! Bueno, ¿y?
Lo
cierto que fuera de esa gente a la que sólo importa el dinero, olvidando
cualquier prejuicio moral, ha ido creciendo en los ciudadanos una animadversión
generalizada hacia los políticos. ¿Se lo han ganado a pulso? Veamos:
Lo
que parece hacer agua es el sistema actual de partidos, con una Ley electoral
que fuerza el bipartidismo. Esto ha convertido a los dos grandes partidos
nacionales en unas pesadas maquinarias cuyo fin primordial es ganar elecciones.
Sucede que esa maquinaria requiere cada vez más dinero, y ¿quién tiene el
dinero?, pues los banqueros y algunos otros potentados, como el mencionado gran chorizo
de la patronal, que de momento está en la cárcel, quizá esperando un indulto general para todas sus tropelías.
Sigamos: Los
banqueros prestan grandes sumas a los partidos, supuestamente a fondo perdido,
pero guardan las facturas por si acaso. Así, quién se va a negar a perdonar a
los dos principales mandatarios del primer banco del país, a un delincuente
fiscal y a un delincuente común.
¿Cuál
es la otra miseria de los partidos? Sus clientelas, una amplia masa de asesores,
consejeros, comisionados, adjuntos a las distintas presidencias, altos cargos
de libre designación. Una pléyade de enchufados que maldito para lo que sirven,
pero que cobran unos sueldos envidiables. Sistema de despojos que alcanza
incluso a la función pública, con ascensos meteóricos cuando un partido gana
las elecciones.
El hecho es que
cualquier intento para acabar con los privilegios de los banqueros como para deshacerse
de esas clientelas podría resultar suicida para los grandes partidos. Quizá el
PSOE tuviera, ahora que apenas gobierna en las instituciones públicas, la
oportunidad de denunciar este sistema corrupto de influencias; pero eso
significaría acabar con las esperanzas de su clientela para conseguir los
cargos cuando vuelvan a ganar las elecciones; es decir, fomentaría su desmotivación.
Creemos que no sólo es inevitable sino necesario recurrir a
la llamada Ley de Godwin, para comparar y juzgar comportamientos; por ejemplo
el del caricaturesco Wert y sus intentos de de devolver la educación al
nacionalcatolicismo franquista.
Recordaremos así lo que el siniestro genocida nazi Heinrich
Himmler proponía para la población no germánica de los territorios orientales:
limitar los conocimientos de los niños a las cuatro reglas y a escribir su
nombre.
Las leyes retrógradas del cavernícola ministro Wert, del
otro meapilas de Justicia y del resto de secuaces del Gobierno impactarán
directamente en la educación de la población más desfavorecida. Unos, como Wert,
directamente, otros haciendo que de los cada vez más menguados ingresos de la
población trabajadora, agravados por tener que pagar por lo que hasta ahora
recibían del Estado de bienestar, incidan en el gasto cultural y educativo. El
resultado previsto es que vuelvan a ser los cachorros de la clase más adinerada los que
accedan a la mejor educación, de forma que sus títulos y diplomas les
facilitarán el acceso a cargos en detrimento de los que con igual o superior
capacidad intelectual no puedan hacerlo. Todo ello significa la destrucción de
unos de los pilares fundamentales de la democracia: la igualdad de
oportunidades. Citemos como apoyo a lo expuesto un recorte del artículo que publicaba ayer (14/12/2012) “El
País”:
“España corre el riesgo de perder tres generaciones de
bienestar, derechos sociales y democracia de continuar la política actual de
recortes y austeridad. Según el informe Crisis, desigualdad y pobreza, publicado
por Intermón Oxfam, en colaboración con Médicos del Mundo, Unicef, Cáritas y la red de
organizaciones de acción social de la Compañía de
Jesús, el país está a punto de convertirse en una sociedad dual de ricos y
pobres, en las que los primeros ingresarán 15 veces más que los segundos en
solo 10 años. Una desproporción que podría resquebrajar la paz social”.
En fin, que el dios de Wert, de Gallardón y de nuestra
señora de la Peineta
nos pillen confesados.
NB. ¿Por qué el caradura de El País, el del millón de euros
al mes, no pide ahora elecciones anticipadas, como le “exigió” a Zapatero? ¿Por qué no pide los cada vez más necesarios
cambios en la
Constitución?
Julio G Mardomingo