2008-08-08

Apostata si puedes


Tal como explicaba en otra entrada de este blog, en enero de este año empecé los trámites para que la Iglesia Católica me borrara de sus archivos, en los que como sabemos nos metía de cabeza la dictadura militar-clerical.

Al cabo de un mes recibí una carta del obispado (la parroquia no me contestó) que incluía un formulario para devolvérselo una vez cumplimentado. El formulario requería la autentificación de mi personalidad por un notario, bien canónico, bien civil, así como los datos episcopales parroquiales de mi bautismo (¡como si no obraran en su poder!).

Me decidí por el notario eclesiástico. Fui a la parroquia de mi bautismo: tenía un horario muy limitado , tres días por semana. Nada más entrar vi un cartel que decía que sólo se atendía a los empadronados en ese distrito. Marché.

Recurrí a la parroquia correspondiente a mi domicilio actual, la que se conoce como la “Catedral de Pozuelo”, una iglesia pseudo mudéjar que me recuerda la fábrica de mantas Casa Ramona del modernismo industrial barcelonés. Una construcción que tiene su morbo, ya que a comienzos de este siglo, el párroco y su tío carnal (el arquitecto) estuvieron a punto de llegar a las manos por discrepancias en el proyecto .Parece que hasta se pidió la mediación del finado Papa Juan Pablo II.
Allí, una secretaria tomó el papel, lo leyó con la expresión de estar contemplando las tesis de Wittemberg y me contestó que “eso” lo tenía que firmar el párroco. ¿“Y cuándo está él”? pregunté. “Ah, el párroco sólo viene los domingos por la mañana”, respondió, “Vaya, no es que trabaje demasiado”, añadí. “Está toda la semana viajando, dando cursos y conferencias” acabó, fulminante, la secretaria o sacristana.

Un domingo por la mañana me planté en “la catedral”. Tuve que esperar 10 minutos antes de poder entrar a la sacristía porque, acabado el oficio, un gentío impresionante taponaba la salida. Afuera, chicas y chicos sonrientes vendían rosquillas. Al final conseguí entrar y me dirigí a uno de los tres curillas jóvenes y atléticos que zascandileaban gozosos sonriendo a las feligresas. Uno de ellos, cubierto por una sotana blanca impoluta, se dirigió a mí empleando el tuteo generalizado de los cuáqueros y de los policías. Al leer la petición dijo con tono serio que eso era cosa del párroco. Al final apareció el “jefe”, leyó el papel y dijo sin mirarme siquiera. “así, que quiere apartarse de la fe católica” (o algo por el estilo) , “Sí”, respondí. “Pues muy bien, ¿dónde tengo que firmar” Entendí que me estaba diciendo que lo que le sobraban eran fieles y lo que necesitaba era más espacio para acogerlos. Me fui con la solicitud firmada y la envíe al Obispado, donde parece que, como los operadores telefónicos, no están dispuestos a soltar a sus ovejas con la misma facilidad que el párroco de “la catedral”.

Fallidos los trámites, me he dirigido a la Agencia de Protección de Datos; les he enviado copia de todo el papeleo

Imagino que si la Administración resuelve el asunto, la prueba del algodón será pedir un certificado de bautismo en la parroquia y ver qué dicen.

“EL INQUISIDOR TACHADO DE HEREJE”

EL PAÍS del pasado 13 de julio recoge una noticia con este título, al que sigue: “El nuevo secretario del ex Santo Oficio, el jesuita Ladaria, investigado en España por un libro sobre el pecado original”.

El perseguidor del inquisidor es el padre Iraburu, que critica así al viceministro vaticano para la Doctrina de la Fe:

“La Iglesia cree desde antiguo que los niños deben ser bautizados, para que la regeneración limpie en ellos lo que por generación contrajeron....”

Parece que el intríngulis de la cuestión está en que el jesuita cree que la transmisión del pecado original es “histórico”, es decir, que lo heredamos de la desobediencia de Adán y su parienta. Pero el padre Iraburu sostiene que el pecado original del neonato radica en el “polvo” que inicia su recorrido por este mundo.

Y es que el peor pecado para esta gente es un buen “polvo” aunqu esté santificado por el matrimonio. De ahí que Agustín, el santo de Hipona, sostuviera que -no recuerdo bien- si la Virgen fue concebida por una oreja o parió a través de ese pabellón auricular. Supongo que sería lo segundo porque sino parecería más propio de una novela del mexicano Fernando del Paso.

¿ADÓNDE VAN LOS APÓSTATAS?

Con estos vaivenes que da la doctrina papal, y aceptando la persistencia de la identidad en una vida ultraterrena, no sé muy bien donde iría yo a parar si tuviera la mala suerte de que entre las 15.000 religiones que parece haber en este mundo, la CAR fuera la verdadera.

El infierno parece que desde JPII es sólo un “estado”. Y que el Purgatorio, ese gran invento comercial de mediados del siglo XII, se acabó (probablemente dejó de dar beneficios)

Así que, dado que creo ser buena gente, debería tocarme el Limbo, que debe de ser un lugar tan tranquilo como Soria o Ávila

JGM

Arriba "La catedral" de Pozuelo de Alarcón
Abajo : Juan de Borgoña"Descenso al limbo" (Parte del retablo de la Catedral de Ávila).

1 comentario:

Anónimo dijo...

La "Catedral de Pozuelo", frecuentada por el gran bloguero gallego Sr. Fernández de la Cigoña.