Al finalizar el congreso vasco del PP, el electo Basagoiti acusó al PNV de “engordar” a ETA. . Dijo textualmente el nuevo líder que el PNV “camina al paso de una ETA a la que está legitimando y fortaleciendo, a la que está engordando política y socialmente”.
En principio, esto suena como un homenaje póstumo a la defenestrada María San Gil. Una declaración retórica para contentar al casi 20% de oponentes, y que podría matizarse en el tiempo.
El problema para el PP es que son muchos los que creen (creemos) que la combativa San Gil (al igual que Rosa Díez) tienen un punto de razón. Con una ETA acorralada, aquí e internacionalmente; con unos líderes políticos encarcelados; una base social cada vez más hastiada, bastaría sólo con que el PNV mandara parar para terminar con la larga pesadilla. Pero no, el lehendakari Ibarretxe y el presidente Urkullu parecen haber decidido que ¡ahora o nunca!. Quizá sean los menguantes deseos independentistas de los encuestados lo que les obligue a huir hacia delante, pero el caso es que la irrealizable consulta sobre la autodeterminación sólo puede servir para darle un poquito más de oxígeno a ETA.
El problema para el PP radica en que, con los símbolos que ha venido manejando frente a los nacionalismos, una cosa es sentirse cargado de razón, y otra, aferrarse a ella en la contienda política. El PSOE vio claramente este dilema entre convicción y responsabilidad política, y envió a Rosa Díez lo más lejos posible, a Bruselas. Otro tanto hizo en su momento José María Aznar con el incómodo líder del PP en Cataluña, Alejo Vidal-Quadras, enviándole al mismo destierro político ante los requerimientos del honorable Pujol. Y es que la voz afónica de Vidal-Quadras resonaba ante el menor agravio al nacionalismo español en Cataluña. Así, por ejemplo, si una tienda de calzado mostraba su dedicación únicamente en castellano, venían los mossos y la multaban, pero si otra se anunciaba sólo como “ESPARDENYAS”, pues no pasaba nada. Eso sí, Vidal-Quadras proclamaba a los cuatro vientos el agravio comparativo, y pedía que debajo del rótulo figurara otro que dijera “ALPARGATERÍA”
Veamos: En primer lugar, este diputado del PP parecía ignorar que la capacidad sancionadora es potestad del Poder político, en este caso del poder municipal o el autonómico, que en su feudo actúan con cierta mano ancha.
Pero más sencillo le hubiera sido reconocer que, en una ciudad como Barcelona, la inmensa mayoría de los ciudadanos que pasaran por delante de la botiga sabían que lo que allí se vende son zapatillas.
JGM
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