2008-07-03

¡Di "CRISIS" y serás libre!


He visto en la tele el debate en el pleno del Congreso, en el que, con motivo de la “crisis” económica, la mayoría de grupos parlamentarios había requerido la presencia del presidente Rodríguez Zapatero.

Comprendo el interés de los representantes de los grupos políticos por ejercer su control al Gobierno y mostrar, así, su propia existencia política. Menos comprensible me parece que el presidente quisiera delegar la responsabilidad en el ministro Solbes; porque si bien es éste el ministro de Economía, también es cierto que, ante una situación de “crisis”, sea el Presidente quien deba informar a la ciudadanía.

Supongo que entre los principales interesados en fajarse con el Presidente figuraba el resucitado Rajoy. La realidad parece haber superado al personaje, y la actuación del líder del PP me ha resultado de lo más decepcionante. A mi entender, Rajoy ha mostrado su lado más oscuro -cuando lo enfocaba la cámara, al lado de los ojos vivarachos de su portavoz Soraya Sáenz de Santamaría, él parecía mostrar la misma imagen de la noche del 9-M.
Parece no haber abandonado, Rajoy, la costumbre de insultar y, así, ha repetido hasta la saciedad que Zapatero había engañado a los españoles para ganar las elecciones. El Presidente ha contabilizado el número de veces que repetía el insulto y, en su turno de réplica, le ha respondido algo así como que cada vez que pierde las elecciones le culpa a él en vez de culpar al electorado. Lo más triste de su intervención es que ha repetido un gesto que ya, en 1993, contribuyó a que Aznar perdiera las elecciones frente a Felipe González, a pesar de los sondeos favorables. En aquella ocasión, Aznar apareció en el debate frente a las cámaras con un libro-cuaderno debajo del brazo, donde decía estaba contenido su programa; González le instó a que mostrara la página en que trataba de las pensiones públicas y Aznar se escabulló con su libro debajo del brazo. Hoy, Rajoy despidió su primera intervención agitando unas hojas de papel en la que decía que constaban sus propuestas para enderezar la crisis; quizás no suponía que tendría otra oportunidad de hablar, pero el caso es que aunque sólo fuera por alusiones se vio obligado a hacerlo...y, nada, ni pum de propuestas. Las únicas sugerencias tangibles fueron las del representante de CiU, Duran i Lleida, aunque algo abstrusas y quizá incomprensibles para la mayor parte de los oyentes: desvío de dineros de aquí para allá o cosas para mí no demasiado claras. Eso sí, una invitación a la colaboración con vistas a los Presupuestos del otoño. Ridao, de Esquerra Republicana de Cataluña, amenazó con el no a los Presupuestsos.

Azpiazu, representante del PNV, se sintió ninguneado por Zapatero y así se lo recriminó. El Presidente se disculpó diciendo que su respuesta iba dirigida a todos los grupos. El vasco acabó alabando los logros de su comunidad (frente al desastre españolista, suponemos), para nada habló del proyecto independentista ibarretxeano (sólo el Presidente hizo una alusión negativa a ese asunto), al final acabó también amenazando con la soledad al Gobierno en los presupuestos del otoño.

Más enfadado parecía Llamazares, porque a pesar de que Zapatero se había dirigido a él en los términos más cariñosos y familiares, una leve ironía del Presidente sobre el grupo IU le encrespó hasta el punto de que, en su réplica, Zapatero hubo de pedirle disculpas. Y es que la más leve ironía sobre el presente de esa coalición puede interpretarse fácilmente como un sarcasmo.

La representante canaria sólo pidió ayuda para el sector turístico, la única industria significativa del archipiélago. El representante de Esquerra y la de Nafarroa Bai intentaron mover agua hacia su molino, y ahí quedó todo.

En suma, parece clara la tendencia hacia el bipartidismo: Zapatero, favorecido por el procedimentalismo parlamentario, sólo prestó atención al principal partido de la oposición, y una mínima cortesía parlamentaria al tercer partido, CiU, con el que parece que habrá de contar para aprobar los presupuestos.


Say the word and you'll be free.

Say the word and be like me...” (The Beatles)


Es curiosa la transformación en las últimas legislaturas de los debates en pura logomaquia. En la anterior, el conflicto vino por el término “nación” en el Estatuto de Cataluña y, ahora, el intríngulis está en la palabra “crisis”, un término que el Gobierno, incomprensiblemente, se niega a pronunciar, excepto para el sector de la vivienda.
Quizá sea que para muchos, el término evoque la crisis del 29, cuando los banqueros se lanzaban contra el pavimento desde los rascacielos de Wall Street. Posiblemente se solucionara el conflicto lingüístico asignando grados a las crisis, como se hace con los terremotos.
El caso es que por primera vez, los grupos parlamentarios, a excepción del partido del Gobierno, parecieron unánimes en sus críticas al considerar que la postura de Zapatero frivolizaba la “crisis” (o como queramos llamarla).
También criticaron todos lo de los 400 euros: hasta Llamazares contó que había salido a tomar una caña al bar de enfrente y el camarero le había dicho que el beneficiado había sido su patrón, no él (según lo contaba, Llamazares parecía darse cuenta de lo frívolo que resultaba ir a tomarse cañas a la calle mientras se discutía un asunto tan serio en la Cámara)

Parece que el único suspense se resolverá en el otoño, con la aprobación de los presupuestos. Se vislumbra que Zapatero podría contar con el apoyo de CiU, ya que su portavoz, Durán i Lleida, ha sido el único en plantear medidas para paliar la crisis y no me parece complicado para el Gobierno su aceptación.

En cuanto a los aspectos mas “teatrales”, señalar las tablas que va adquiriendo Zapatero, a pesar de su soledad, y el negativismo que emana el ganador del congreso valenciano del PP. Parece poco probable que alguien apueste por su candidatura a la futura Presidencia del Gobierno.

JGM

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