2012-09-03

Rajoy y los funcionarios



Quousque tanden abutere,
 Rajoy, patientia nostra.

Harto conocido es ya el editorial de Financial Times del pasado miércoles (29/8/2012), en el que sugiere a Rajoy que pida el rescate ya "por el bien de España, no del partido".
Un reproche repetido desde que el presidente pospuso la presentación de los Presupuestos del Estado hasta después de  las elecciones andaluzas, con el claro intento de ganarlas sin descubrir sus cartas.
Ahora, en contra de la opinión del presidente gallego Núñez Feijóo, Rajoy ha conseguido que se adelanten las elecciones en Galicia, previniéndole de un futuro inminente muy duro para su partido (quizá el temido rescate).
Este laborioso  gallego, Feijóo, tras un largo recorrido por cargos políticos indirectos, llegó en 2009 a la presidencia de la Xunta, bien que tras una campaña en la que su  partido vertió todo tipo de falsedades y calumnias sobre el gobierno del PSOE.  
Quizá, más que acortar unos meses su presidencia, haya molestado a Feijóo el trastorno de los planes que pergeñaba para manipular las circunscripciones de Galicia y mejorar sus resultados electorales. Algún tipo de gerrymandering como el que inventó el gobernador Gerry en Massachussets en el siglo XIX, o como el que diseñaron los brits en Irlanda del Norte para que los unionistas obtuvieran más escaños que los nacionalistas.
También la verbenera presidenta de la CAM propone aumentar o disminuir el número de representantes electos, de acuerdo con sus cálculos para mantenerse en el poder hasta el tránsito final.
Aparentemente les resulta más doloroso a los elegidos abandonar el sitial que no haber llegado a gobernar, lo primero indicaría un fracaso en su gestión; de ahí que las fuerzas políticas, desde los tiempos de los romanos intenten cambiar las leyes (lex tabellaria y lex frumentaria) para volcar a su favor la mecánica de  las elecciones.

Pero convengamos en que todo ello resulta poco ético. Que así como para la calificación de la deuda pública se dice lo del “bono basura”, habría que establecer también la calificación de “gobierno basura”. No se libraría de esa calificación la manga de incompetentes que nos gobierna con su mayoría “absolutista”:  meapilas insensibles al dolor ajeno en pro de sus oscuras creencias; ex gerifaltes de Lehman Bross; un personaje de tebeo que maneja la hacienda publica como si fuera la de una tienda de ultramarinos;  “señoras del ropero” o chuletas tabernarios.
Pero, ¿quién comanda a esa jarca?: Pues el señor Rajoy “the most incompetent leader in the whole of Europe  (Nigel Farage dixit.). Ese sujeto embustero, embaucador, falsario, trilero, demagogo; que proyecta todas sus miserias sobre una oposición que prácticamente no opone resistencia. 


Rajoy y los funcionarios

Según reza en los Presupuestos generales del estado, el presidente Rajoy dispone de 632 asesores personales adscritos a La Moncloa. Aunque sólo despachara con cada uno de ellos durante quince minutos, necesitaría varios días para oír todos sus consejos. Pero por los resultados no parece que esos asesores sean una lumbrera.

Una de las “herencias” que más molesta al señor Rajoy es la de los funcionarios; sobre todo ahora que le plantan cara  y le hacen huir escaleras abajo cada vez que en sus visitas a algún centro ve reunidos a unos pocos de ellos. Lo mismo le sucede a la rabanera marquesa Aguirre. A los dos les encantaría poder seleccionar a los funcionarios de acuerdo con algo tan sencillo como la lealtad a su partido. Dada la dificultad de esta empresa, soñarían con imitar al obispo Amalric, y en este caso, ponerles a todos en la calle e irlos admitiendo después one on one.
Al no poder aplicar aquel spoil system, que hasta el siglo XIX posibilitaba a las administraciones norteamericanas a despedir a todos los funcionarios (incluyendo a los carteros) de la anterior administración, lo que el gobierno actual del PP intenta es relegarlos en sus funciones y nombrar para ellas a asesores externos de  su cuerda; incluso desviar funciones propias de la administración a sectores privados de su confianza. Es decir, actuar en contra de todos los principios maxweberianos sobre la excelencia del “saber profesional especializado”, y preferir el diletantismo a la burocratización de la administración.  

Se crean “comisiones nacionales”  con cualquier pretexto, y se llenan de asesores ajenos al ministerio en cuestión. Estos asesores se nombran por cupo político, así en una conocida comisión, que cuenta con veinte funcionarios, se cuelan seis asesores: dos del PSOE, dos del PP, uno del PNV y otro de CiU. Una vez nombrados, les dan un ordenador y un móvil de última generación, les asignan el nivel más alto (treinta: equivalente al de director general) y acuden a una reunión dos veces al mes. Como naturalmente no tienen ni puta idea de qué va la cosa, el trabajo lo hacen los funcionarios adscritos a la comisión, y cuando vienen los de fuera, se limitan a comentar lo de Messi o a comparar los pintxos de allá arriba con los de Madrid. Eso sí, cobran sus jugosas dietas de viaje.  
Un ejercicio de proyección de los 632 asesores de la Presidencia a todos los organismos del Estado, es decir, a los del Gobierno central y a los de las Comunidades autónomas nos daría una cifra escalofriante de politicastros parasitarios.
Pero, paciencia. Ni el señor Rajoy –ni el líder de la oposición- van a intentar acabar con esa casta privilegiada, con su gran clientela política. Significaría hacerse el harakiri.

Quizá el epítome de lo expuesto, y lo más preocupante del momento político, sea la carencia de que adolece el señor Rajoy como homme d'État; un hecho que el resto de Europa ha descubierto rápidamente y que no hace sino reiterar.

Julio G. Mardomingo

1) Mapa de Massachusset tras la división de circunspriciones del gobernador Gerry. (Obsérvese la forma de salamandra (salamander) que da nombre  al concepto). 
2) Dibujo satírico representando al presidente Andrew Jackson como un bribón.

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