La gran chorizada

Hablábamos ayer -bueno, en una de las últimas entradas- de la banda de incompetentes, chorizos, macarras y fascistas que nos gobierna. Hay, claro está, una exageración retórica en cuanto a esos componentes en la banda.

No quiere esto decir que no figuren en ella elementos que respondan a cualquiera de esas categorías, no.

Si empezamos por la incompetencia, quizá se lleve la palma el Presidente del Gobierno; así parecen reconocerlo algunos parlamentarios europeos que le asignan la prime position de la inoperancia entre los políticos europeos.

¿Macarras? pues sí, hay incluso una familia con varios grados de consanguinidad o afinidad que incurren en esta categoría. Familia que gobierna en el reino de Valencia, en el Senado y en la comunidad de Madrid.

También hay fascistillas: unos autoritarios, como la delegada del Gobierno para Madrid;  otros goebbelsianos, a los que el Consejo de Europa critica por su asalto acaparador a los medios públicos.

Pero hay algo común en la banda, algo que ya adelantamos en una de esas últimas entradas: la gran chorizada. Todos, todos, nos robaban –bueno, parece de momento que todos menos uno: el Presidente del Senado, que al figurar en un apunte de la lista del minucioso Bárcenas, ha saltado al ruedo diciendo: ¡eh, eh! que yo lo tomé prestado pero lo devolví; una acto disculpatorio que ha dejado con el culo al aire a todos los demás anotados en la ignominiosa lista inculpadora. 

Están todos los demás; desde don Tancredo, hasta la señora de la peineta, esa a la además se le “olvida” incluir siete mil euros en su declaración de IRPF.

Pero hay muchos más agraciados, desde ese cretino de Libertad Digital, hasta el grupo político de la incorruptible Rosa Díez. 

El Presidente sigue su táctica habitual del avestruz, pero no puede pasar por alto que su foto esté en la primera página de la prensa mundial. ¿Con qué cara va ir la semana que viene a pedirle a la Kanzlerin que sacrifique un poco a sus votantes para dárselo a él y a sus chorizos?

¿Qué sería lo razonable en un país políticamente más socializado? 

Pues, probablemente, proceder a la disolución de las Cámaras, y convocar nuevas elecciones con vista a una reforma general de Constitución. Ante las propuestas de los distintos grupos, el electorado podría mostrar sus opiniones con respecto a la revisión constitucional.

Son asuntos mayores que están pidiendo a gritos esa revisión: recordemos el candente problema de la secesión catalana.

Por tanto, sería fundamental  llegar a un consenso en el tema territorial, con la creación de un Senado que sirva para algo más que para pagar a una señora para que suelte en él sus chocarrerías. Es primordial en este aspecto el reconocimiento del derecho de autodeterminación de las naciones; lo que naturalmente no implica que se vayan a separar al día siguiente.

Otro tema crucial para una participación política más amplia sería la modificación de los artículos 68 y 69 para obtener una mayor proporcionalidad, y poder aprobar una nueva Ley orgánica que coadyuve a esa proporcionalidad, sustituyendo la fórmula d’Hondt por algo similar al sistema electoral alemán.

Y por supuesto, tras el ciclo completado ya por el Rey, habría que dejar abierta la posibilidad de los ciudadanos de elegir el tipo de Jefatura del Estado: Rey (el príncipe Felipe de Borbón)  o República; con la posibilidad de referéndum que no implicara una nueva revisión constitucional.

En fin. Parece que arde la Red, recogiendo firmas para que se vayan. Amén

JGM