Puedo asegurar que prácticamente no veo la tele; pero sí la leo. Me entero, bien a través de los periódicos, bien por los comentarios de la gente, de su imparable abyección. Ya apareció en este blog, el 12/12/2006, una entrada en la trataba de negar ese comentario tan generalizado de que el problema es el mal uso que hacemos de ella, de que cae en malas manos, etc. Mi propuesta entonces era que el invento es intrínsicamente abyecto, como el de las pistolas; que también tienen sus defensores, incluso en la Constitución norteamericana de 1787, pero ya sabemos en que manos y con que fines suelen acabar..
Parece que todos están de acuerdo en que el éxito del populismo “populachero” del tantas veces encausado Berlusconi tiene mucho que ver con que este pájaro sea el dueño de la mayoría de las cadenas de televisión italianas. Por cierto, leo hoy que en la sucursal televisiva española de este político bufo, ha aparecido un tipo cuyo nombre suena a “rijoso” o algo así, que se mofa en directo de los vivos y de los muertos de los concursantes.
No hace falta recordar como la lideresa del PP utiliza una cadena pública para satisfacer sus ambiciosos planes políticos, llenando sus espacios con reportajes falseados para atacar a sus contrincantes políticos y contratando a los tipos más siniestros de ese universo.
Otro ejemplo claro de sectarismo es el del presidente de la Comunidad Valenciana que echa una cortina de hierro sobre las ondas que vienen de la televisión catalana para que no se contaminen políticamente sus ciudadanos.
Pero no hace falta fijarse únicamente en ejemplos tan deplorables como el de “Libertad Digital”, también en la Televisión pública cuecen habas podridas. No sé de qué demonios sirvió sacar de su cátedra a la profesora Cafarell, ni nombrar a un “comité de sabios”, para que tengamos que sufrir y pagar durante dos horas, en lo que llaman prime time de la primera cadena, un remedo del programa en el que los ciudadanos hacían preguntas a los dos principales candidatos políticos. En este caso, el protagonista es un viejo jugador y, ahora, entrenador de fútbol, cuyas lindezas pasan por llamar “negros de mierda” a los jugadores de color de los equipos contrarios.
Me gustaría saber si en Televisión Española rige una contabilidad analítica y, sí fuera así, saber cuando han costado esas dos horas de programa estelar , en el que parece que la única pregunta en boca de todos era saber si un determinado jugador iba a ir o no al próximo campeonato europeo.
Parece que la cuota de audiencia fue sólo de dos millones y medio de espectadores. Malicio que es muy superior a la que haya alcanzado nunca un programa cultural de la segunda cadena.
JGM
(Cosas de las máquinas y de las prisas, quedó aislado del texto el comentario final). Ahí va:
Falta aún por ver la mamarrachada de ese festival de la canción judeo-europea, pero podemos afirmarnos en el corolario de que si bien no todos los que salen en la tele son gilipollas, sí todos los gilipollas acaban tarde o temprano apareciendo en la tele
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