"The dripping blood our only drink,
The bloody flesh our only food:
In spite of which we like to think
That we are sound, substantial flesh and blood—
Again, in spite of that, we call this Friday good."
T.S. Eliot, “East Coker” from Four Quartets
"Sólo bebemos sangre, y mientras tanto/ Carne sangrienta es la única comida. /A pesar de ello hacemos nuestra vida /De suponernos carne sin espanto /Y a este viernes llamamos Viernes Santo."(Trad. de José Emilio Pacheco)
Prácticamente toda la cristiandad romana europea celebra la festividad del Viernes Santo. Los anglosajones la llaman Good Friday, a pesar, como dicen los versos de Eliot, del espanto de aquel suceso, la crucifixión de Cristo. Suponen que todo aquel sufrimiento llevaba consigo el fin de la violencia, la paz y la redención de los hombres.
Pero no todos parecen pensar así. El pontífice de la diócesis de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Plá, aprovechó la efeméride para lanzar en la televisión pública nacional una soflama en la que arremetía con una violencia exacerbada contra los homosexuales, y les exhortaba a tratar médicamente su “dolencia”.
Si no fuera porque los medios nos muestran el currículum de este prelado –doctor en Teología Moral por la Lateranense de Roma-, cualquiera, al leer lo que dijo, pensaría que se trataba de un mastuerzo largando bilis en una taberna. (Por cierto, ¿qué entiende esa gente por “moral”? Quizá la suya, la moral de confesionario, nada que ver con los principios fundamentales de la Ética.
Si observamos la expresión de este cura en la imagen superior pensaríamos en un tipo bonachón, condescendiente, paciente; el “buen” padre Luis. Pues, no. Nada de eso. Se trata de una expresión de circunstancias, hipócrita. Lo suyo fue una explosión de odio, irracionalidad y, sobre todo, de ignorancia y estupidez.
Según la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FELGTB) y el Colectivo de Gays de Madrid (COGAM), el prelado, revestido de pontifical, “relacionaba la homosexualidad con la corrupción, la prostitución y el abuso, anteponiendo el prejuicio a la realidad de la diversidad afectiva y sexual” y suponía una “provocación a la discriminación y al odio”.
Los colectivos citados anunciaban una denuncia conjunta, amparados en el artículo 510 de Código Penal, pero ya vamos sabiendo dónde estamos. Remedando a Cervantes podemos decir que con la Iglesia, el PP y CiU hemos topado. Recordemos que los dos máximos responsables de la Justicia son dos meapilas de cuidado.
Lo más sangrante del asunto es que ese necio haya utilizado un medio que pagamos todos, incluyendo, claro está, a los miembros de los colectivos denigrados. Esas organizaciones presentaron un escrito ante el Consejo de Administración de RTVE, en el que pedían la reprobación del prelado. No se aprobó porque el representante del PP se ausentó, probablemente siguiendo el ejemplo de su jefe ante los periodistas; y el representante de CiU también huyó, debido quizá a las consignas de uno de los papistas mayores de esa coalición.
Las declaraciones del clérigo no tienen desperdicio en cuanto a necedades, prejuicios, irracionalidad y desprecio a los demás. Pero ante todo, sabemos ya que ese primado es un fascista. No hace mucho ofició una misa en Paracuellos del Jarama, presidida por la enseña franquista, la ilegal de la “araña”. Quizá quiera hacer méritos ante su jefe supremo, el antiguo miembro de las juventudes hitlerianas.
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La Iglesia romana arremete contra la homosexualidad, el lesbianismo, la bisexualidad, el aborto, los anticonceptivos, la píldora del día siguiente, la prostitución, la pornografía, el vicio, el matrimonio civil, la convivencia de hecho, etc.
En realidad todo eso son manifestaciones secundarias de lo que realmente repudian: el SEXO; es decir, su práctica, quizá el máximo placer que podemos lograr los humanos de forma sencilla. Y por qué esa aversión a algo tan humano, tan elemental. Pues porque su religión está basada en el sufrimiento y la inexorabilidad de la muerte. Predican que hemos venido a este mundo exclusivamente a sufrir, y ya se preocuparan ellos de que vayamos a otro mundo a gozar; vaya, siempre que paguemos sus gastos y fastos en este mundo. Y si los humanos se procuran ese gran placer sin contar con ellos, ¿cómo demonios iban a mantener su negocio?
A pesar de todo, como diría Eliot, ¡le deseamos un buen Viernes, Eminencia!
JGM
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