Rajoy: “"El gobierno hará todo lo posible para que Europa haga
todo lo posible para superar la crisis económica “
Cansado: “Y no tengáis miedo,
amigos, no tengáis miedo, porque vuestro dinero va a ser muy bien utilizado,
puesto que el chalet en la sierra no se paga solo...”
Hace pocos días, mi amigo Palinuro se preguntaba en su blog
algo así como si no había en el PP un sustituto para la presidencia del Gobierno menos
estulto que Rajoy. Pues hombre, no se puede suponer que un partido que cuenta con algunos
cientos de miles de afiliados sea una banda de tarados. Pero veamos cómo actúa
la selección natural en estas organizaciones políticas:
Cuando a finales del verano de 2003, Aznar resolvió la duda
sobre su sucesor, los candidatos mejor posicionados eran Rato -en la pole
position-, Acebes y, si acaso, Zaplana. A fecha de hoy los dos primeros
están imputados por la Audiencia Nacional
por diversos delitos; y en cuanto a Zaplana, todos conocemos sus andanzas,
desde su asalto a la alcaldía de Benidorm –uno de los primeros casos de
transfugismo de la democracia- hasta el fiasco de Terra Mítica.
¿Por qué nombró Aznar a Rajoy, un outsider para la mayoría de los pronosticadores?
Pues hay quien piensa que conocidas las carencias de Rajoy, quería
segurar su vuelta tras haberse enriquecido un poco en el mundo civil. Lo cierto
es que los avatares del destino acabaron con su carrera política tras la
masacre provocada por unos pocos fanáticos desarrapados.
Y ahí quedó el servicial Rajoy, el comepiedras del Presidente, que tras dos elecciones perdidas tuvo
que esperar al cataclismo de la crisis más dura tras la de 1929 para conseguir
una mayoría absoluta que no sabe cómo manejar. Porque sabido es que el PP es un
partido caudillista, al que en estos momentos le falta el caudillo.
El caso de Rajoy nos conduce a ampliar la reflexión y
examinar el caso del segundo partido más votado, y con capacidad para gobernar
el país:
En el congreso socialista de 2000, Rodríguez Zapatero se
alzó con la victoria y consiguió la Secretaría General; pero ¿quiénes eran los otros candidatos?:
José Bono, el meapilas
que convoca para el desfile militar a residuos del fascismo.
Matilde Fernández,
una sindicalista guerrista, en pleno declive desde el ministerio Asuntos
Sociales hasta una concejalía en el Ayuntamiento de Madrid.
La tercera candidata, que obtuvo unos resultados
humillantes, fue Rosa Díez, actual portavoz de UPyD.
Muchos pensamos que fue la solución menos mala, aunque poco
después supimos que del grupo que había apoyado a Zapatero frente a Bono, y que
fue decisivo en una dura pugna, figuraban los transfugas que entregaron la Comunidad de Madrid a la
señora Aguirre.
En un lúcido análisis, Tony Judt en su, ya por desgracia, última obra “Ill Fares the
Land”[1]-
marca una línea de corte entre la presidencia de Lyndon B. Johnson en EE.UU. y
otros políticos europeos, como Willy Brandt, frente a los que les sucedieron:
los Clinton, Bush, Blair, Gordon Brown, (añadimos a Berlusconi)) o Sarkozy -al
que tacha de subproducto. Los
considera productos de la generación del baby
boom que no transmiten ni convicción ni autoridad, que no representan nada
en particular, que son políticos light.
En suma, apunta Judt, que “políticamente, la nuestra es una época de pigmeos”.
Y volviendo a nuestro redil, ¿no se da cuenta el señor Rajoy
de que la oposición a su gobierno no está –desgraciadamente- en España, sino en
una Europa de la que es el hazmerreír. ¿Acaso cree que los votantes alemanes,
holandeses o finlandeses van a consentir
que se reparta, así como así, su dinero entre unos bancos que han demostrado el colmo del
derroche, la indecencia y el mal hacer? Su negativa a crear una comisión
independiente que analice el desmadre de Bankia, de los bancos y cajas
valencianas o gallegas, inspira una profunda desconfianza entre sus colegas europeos.
Al final, UPyD, más oportunista, lleva a los responsables de Bankia ante la Justicia; pero ya
conocemos la lentitud de la Justicia en España, sobre
todo si se trata de juzgar a los chorizos del PP (véase, por el contrario, su
rapìdez para defenestrar a Garzón);
algunos aventuran diez años para llegar al final del sumario.
Las redes claman ¡Rajoy dimisión!, pero et après, ¿quién le va suceder? ¿la señora De Cospedal y su peineta?
J G Mardomingo
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